Pedalear contra la pandemia
El Perú es el noveno país del mundo en declarar la bicicleta como medio de transporte para frenar el contagio. El primer paso: un prototipo peruano a bajo costo.
Las ciclovías de Lima que se pensaba construir en los próximos cinco años ahora se harán en los siguientes tres meses. Una pandemia lo obliga: la bicicleta en el mundo se ha convertido en un medio de transporte eficaz para evitar contagios e impedir la propagación del Covid-19, un virus que llegó al Perú en avión, viajó en combi e hizo transbordo en el tren eléctrico, esparciéndose por cada esquina.
El coronavirus no viaja en bicicleta. Es un medio de transporte personal que permite cumplir el distanciamiento social y que solo tiene dos puntos de contacto físico –en el manubrio–, a diferencia del interior de un bus, donde hay más de treinta superficies de contacto: puertas, pasamanos, asientos, respaldares, monedas, billetes, barandas y otros pasajeros.
En una bicicleta, el contacto físico con superficies se concentra en dos puntos: ambos lados del manubrio. En una unidad de transporte público son más de 30.
“Históricamente, la bicicleta es el vehículo que mejor se ha adaptado a las crisis”, afirma la BiciRed Perú, una de las organizaciones ciclistas más importantes del país. La historia le da la razón. Decenas de personas escaparon en una bicicleta del tsunami de Japón de 2011. Permitió reunir a familias separadas tras el terremoto de México del 2018 que destruyó la ciudad. Ahora nos viene a proteger de un virus invisible.
Familia cubana en una bicicleta en el año 1994 durante la escasez de combustible.
Antes de que se declare el Estado de Emergencia en el Perú, las prioridades del gobierno en el transporte se concentraban principalmente en desenredar las 504 rutas de las combis de Lima, un laberinto que nos ha convertido en la tercera ciudad con más tráfico vehicular del mundo. A inicios de marzo, nadie imaginaba lo que hoy nos ha tocado vivir.
Al otro lado del mundo, en China, las muertes por Covid-19 superaban las 6.000. El 13 de marzo, un laboratorio en Beijing descubría que el virus puede flotar dentro de una cabina de bus por media hora y contagiar a pasajeros en un radio de cuatro metros, es decir, a una decena de personas en un solo recorrido.
Lo primero que hizo China fue promover la bicicleta para tramos cortos a fin de evitar aglomeraciones. Días después, Italia les pidió a sus ciudadanos comenzar a pedalear para no contagiarse. En Australia se disparó la venta de bicicletas. Bélgica y Alemania comenzaron a instalar carriles exclusivos para ciclistas. Bogotá, Argentina y México hicieron lo mismo. Al Perú se le acababa el tiempo para tomar decisiones sobre el transporte, a pocos días del reinicio de actividades post-cuarentena.
Una bicicleta no consume combustible, mejora el sistema cardiovascular y va a 16 km/h en la ciudad, más rápido que un auto promedio en hora punta.
El 75% de capitalinos viaja en el transporte público y solo el 9% en auto propio, según el observatorio Lima Cómo Vamos. Somos, en la práctica, como una gran combi llena. Sin embargo, el gobierno peruano ha ordenado reducir a la mitad el aforo de todas las unidades por temor al Covid-19, es decir, un bus para 70 pasajeros no podrá salir de su paradero con más de 35. Con la mitad de la capacidad de los buses no se podrá cubrir la demanda de todos los pasajeros, pero, a su vez, aumentar la flota de unidades para compensar esa demanda es imposible: las vías de Lima no soportan un solo bus más.
“La solución es que un importante porcentaje de personas que realizan viajes cortos se movilicen en una bicicleta”, dice María Jara, presidenta de la ATU. “Se ha registrado que hay un 30% de los viajes diarios de menos de 7 kilómetros. Estos, actualmente, son atendidos por combis, colectivos, buses o mototaxis. Son tramos cortos. Esos son los viajes que se pueden hacer en dos ruedas sin problemas”, dice Jara. “Al ser Lima una ciudad plana y sin climas extremos, como lluvias intensas o nieve, Lima puede convertirse en una ciudad potencialmente ciclista”, dice Javier Flores, parte del equipo de movilidad sostenible de la ATU.
El proyecto del gobierno de pedalear contra la pandemia tiene dos partes. La primera consiste en instalar una red de 301 kilómetros de ciclovías temporales de emergencia (que posteriormente serán reemplazadas por estructuras fijas). Esto es casi el doble de las que hay en Lima. Servirán para integrar las ciclovías ya existentes, que actualmente están construidas de manera desarticulada y sin un plan integral. En Lima hay más de 70 ciclovías dispersas en 14 distritos que no te llevan a ninguna parte. Visto en el mapa, es como un rompecabezas sin armar.
Las imágenes de este proyecto muestran cómo crecerá el mapa de carriles ciclistas fuera de los distritos céntricos y van ingresando a las localidades periféricas. Como una telaraña que crece en diámetro, irán cubriendo distritos que nunca han tenido ciclovías, como San Juan de Miraflores, Villa María del Triunfo, Villa El Salvador, san Juan de Lurigancho, Comas e Independencia.
En una primera etapa de 45 días se instalarán los primeros 142 kilómetros de ciclovías de emergencia como parte del plan contra el Covid-19.
La segunda parte del plan será desarrollar un prototipo peruano de bicicleta, de bajo costo, pero que tenga las mínimas condiciones de seguridad para circular por la ciudad. Un modelo equivalente al Volkswagen Escarabajo en Alemania de los años 30, pero de dos ruedas y que no suba de 350 soles, una inversión que podría recuperarse en dos meses al ahorrar en transporte público convencional. La fabricación estará en manos de un gremio de ensambladores peruanos que serán favorecidos por esa iniciativa empresarial, de cara a la reactivación económica post-pandemia. “Un ejemplar que sea seguro, económico y, a la vez, que nos represente”, dice María Jara.