El mayor enemigo del Perú ha muerto. Abimael Guzmán se erigió como ideólogo, fundador y conductor del sanguinario grupo terrorista Sendero Luminoso que cobró las vidas de decenas de miles de compatriotas.
Este corruptor de mentes con su prédica fanática fue el responsable también de cuantiosas pérdidas económicas, de miles de desplazados en el interior del país y de una ola migratoria de más de un millón de compatriotas al exterior.
Más de la mitad de asesinatos provocados por Sendero Luminoso tuvieron lugar en Ayacucho, según reportó la CVR. Luego, estuvieron Junín, Huánuco, Huancavelica, Apurímac, Puno, San Martín, Cusco, Ucayali, Lima y Callao.
La comisión también concluyó que la mayoría de crímenes fue perpetrada contra la población residente en zonas rurales y que un 56% de las víctimas se dedicaba a labores de agricultura o ganadería.
En un 12% de casos, las víctimas fueron torturadas “como forma de escarmiento”. De acuerdo con la comisión, los años de mayor índice (38% del total) de asesinatos fueron 1989 y 1992.
Entre las más de 200 masacres que realizó Sendero Luminoso está la de Lucanamarca, del 3 de abril de 1983. Las huestes de Guzmán torturaron y asesinaron con armas de fuego, hachas machetes y cuchillos a 69 comuneros, incluyendo menores y ancianos.
El 23 de febrero de 1991, Sendero atacó también el pueblo de Ccano, en Huanta (Ayacucho). Allí, victimó a más de 30 personas. Unas nueve víctimas eran menores de edad, incluidos tres bebés. Además, algunas de las 18 mujeres asesinadas eran gestantes.
El 16 de julio de 1992, Sendero atacó también la calle Tarata, en Miraflores. El atentado es el más recordado en la capital peruana y cobró la vida de 25 personas. El grupo terrorista había hecho estallar dos coches-bomba en la zona. Más de 130 personas resultaron heridas. Los daños materiales dejaron a más de 300 familias damnificadas.
Meses antes, en febrero de 1992, el grupo terrorista había asesinado en Lima a la dirigente de Villa El Salvador María Elena Moyano (33), quien se manifestaba en contra de Sendero Luminoso a través de organizaciones vecinales. Moyano fue acribillada y su cuerpo, dinamitado.
Solo entre 1980 y 1988, se contabilizó un costo económico aproximado a US$ 9′184,584.648 para el Estado. Al contexto y al valor actuales, dicha suma iguala el costo para el equipamiento de más de 181 mil camas UCI.
Guzmán fue capturado, enjuiciado y condenado por el mismo Estado Peruano al que él trató de destruir a sangre y plomo. El Estado le garantizó los derechos que él pisoteó y negó sistemáticamente.
Guzmán ha muerto y ahora falta que mueran también sus ideas. El destino de quienes quieran seguir su sendero será el mismo: morir en la cárcel.