Los limeños parecen haberse resignado a una vida paralizada sobre ruedas. Esto solo tiene explicación en la desidia con la que nuestras autoridades han tratado el tema, pese a la rutina diaria de accidentes, muertes e ira que es el ánimo común de choferes y pasajeros.
Hace 115 años en las páginas de El Comercio ya se publicaban historias de choferes dándose a la fuga en Lima, policías persiguiéndolos en bicicleta hasta por 66 cuadras y peatones aplastados bajo llantas. "Es bueno remediar el mal antes que se desarrolle", decía este Diario el 10 de enero de 1904. "Por esto, convendría que antes de que echen muchas raíces los automóviles entre nosotros, se dé un reglamento, bien estudiado, en el que, dejándoles toda libertad de movimiento compatible con la seguridad de los viandantes, se garantice la seguridad personal de estos".
Pero reglamento se hizo letra muerta. En 1957, El Comercio lanzó una campaña llamada “Los peligros del tránsito” para denunciar a los principales infractores. Al revisar esos 73 informes y al compararlos con los 330 que hemos publicado en #NoTePases, llegamos a la conclusión de que no hemos cambiado nada. Son los mismos problemas y los mismos protagonistas. Revise usted mismo nuestro pasado irresuelto.