Para un experto en informática, montar un sitio web similar al de un banco es una tarea sencilla y no demanda mayor inversión. “Te diría que son US$20, unos US$9 para el dominio y el resto para el hosting y el certificado SSL, el famoso candadito de las páginas seguras”, comenta el hacker.
El coronel Orlando Mendieta confirmó a El Comercio que las estafas electrónicas mediante el posicionamiento SEO en Google es una nueva modalidad que emplean los hampones. “Efectivamente, es lo último que hemos tenido. Son pocos [casos], pero están llegando”, añadió.
De acuerdo a la policía, la mayor cantidad de víctimas son personas de entre 25 y 54 años, al margen de su estrato socioeconómico. La gran mayoría (88%) vive en Lima.
“El perfil [de afectados] está relacionado a personas que están iniciándose en el uso de plataformas digitales. [Los estafadores] usan mecanismos que buscan recurrir más a las emociones que a la razón del usuario, por eso es que resultan más efectivos”, anotó Miguel Mendoza López, investigador de la compañía de seguridad informática ESET.
–Pirámide criminal–
El jefe de la Divindat menciona que los delitos informáticos en el mundo ocasionan pérdidas de alrededor de US$12.500 millones cada año.
“Para ellos es más rentable dedicarse al delito informático que, por ejemplo, ir a asaltar un banco, donde los pueden matar. El dinero que está moviéndose en el mundo por este delito está sobrepasando los límites”, acotó Mendieta.
De acuerdo a la Policía Nacional, las bandas dedicadas a estos crímenes pueden tener entre seis y 15 integrantes, y generalmente se estructuran en tres niveles:
1. El cabecilla, que puede ser un pirata informático o un socio suyo, encargado de la logística y la ejecución de las estafas.
2. Los captadores, cuya misión es conseguir mulas (‘drops’) para recibir el dinero de las víctimas.
3. Las mulas, personas que prestan sus nombres y cuentas para recibir lo recaudado en las estafas.
“La primera regla del buen hacker es nunca mandar las compras a tu casa ni el dinero a tus cuentas. En grupos de WhatsApp y Telegram encuentras ‘drops’, pero si tienes amigos que se dediquen a eso, mucho mejor”, asevera x5138x.
Las ganancias ilegales de un ciberdelincuente son muy variables. “Conozco gente que puede llevarse tranquilamente S/15.000 en un mes, como también pueden vaciar una tarjeta con S/14.000 en un solo día. Obviamente, de ahí debes descontar el porcentaje del captador y de los ‘drops’”, añade.
Como es evidente, el ‘drop’ es el eslabón más débil de esta cadena criminal, pero una pieza clave para que los investigadores de la policía puedan capturar a sus cómplices. “Las mulitas muchas veces son personas de escasos recursos y nos hemos encontrado con farmacodependientes”, resalta Mendieta.
Enfrentar a delincuentes que se esconden en el universo de la red es una tarea compleja para las autoridades. Para seguir el rastro de un estafador informático, la policía debe solicitar, en ocasiones, información confidencial –y protegida por la ley– a empresas como Facebook, Google o un operador local de telefonía. Y para ello es necesaria una autorización judicial.
“Tenemos investigaciones que duran entre seis meses y más de un año. La tecnología ha creado la despersonalización y esto crea anonimato. Y el anonimato puede llegar a la impunidad. Pero estamos mejorando exponencialmente nuestras técnicas de investigación y los procedimientos”, concluye el jefe de la Divindat.
En este mundo hiperconectado, las estrategias de los piratas informáticos para atacar a sus víctimas evolucionan día a día. Las autoridades no pueden perderles el rastro.