La provincia de Putumayo, en la región Loreto, es una estrecha franja que se extiende en paralelo a la frontera con Colombia, cuyo límite natural es el río Putumayo. Allí, en esos 1.500 kilómetros de frontera, grupos armados extranjeros ligados al narcotráfico mantienen una larga y cruenta disputa por el dominio territorial y fluvial. Aunque allí la violencia es constante, hay episodios recientes, algunos de ellos no conocidos, que demuestran que el control de la frontera ha sido perdido por el Estado Peruano.
El 12 de febrero en Puerto Lupita, un sector del distrito de Teniente Manuel Clavero (que pertenece a la provincia de Putumayo), cinco colombianos y un brasilero fueron encontrados cerca del río echados boca abajo, con la cabeza y el cuerpo agujereados por balas de fusil.
Las muertes violentas en suelo peruano se deben, en todos los casos, a la guerra abierta entre colombianos de los grupos armados organizados (GAO), quienes trafican droga y pugnan por controlar el territorio, y los grupos armados organizados residuales (GAOr), que también disputan el dominio de la zona pero que en sus filas incluyen a disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Pero es en Perú donde se concentra el fuego cruzado porque en toda la selva baja de la provincia de Putumayo, una de las zonas más alejadas y menos atendidas del país, se cultivan miles de hectáreas de hoja de coca que se procesan en laboratorios clandestinos, que los colombianos llaman fincas, donde se produce la cocaína. Allí, en esos olvidados territorios peruanos, están la droga y el dinero y el poder. Por eso allí están también los crímenes.
Los cabecillas
Edgar Salgado Aragón (a) ‘Rodrigo Cadete’
Participó en acuerdos de paz, pero desertó y volvió al grupo terrorista FARC.
Se encargaba de reunir a disidentes en toda la frontera. Murió en operativo militar en febrero del 2019.
Pedro Oberman Goyes Cortés (a) ‘Sinaloa’
Antiguo miembro del Frente 48 de las FARC.
Se convirtió en uno de los principales narcotraficantes en la región colombiana del Putumayo. Fue asesinado por sus propios hombres en marzo del 2019.
Miguel Antonio Bastidas Bravo (a) ‘Gárgola’
Máximo líder de la banda de narcotraficantes llamada ‘La Constru’.
Se le atribuyen nexos con carteles de la droga mexicanos. Fue detenido en junio del 2019.
Segundo Flavio Camacho (a) ‘Mocho’
Se encargaba de la logística y las finanzas de las FARC.
Después creó la mafia de tráfico de drogas conocida como ‘Gente del orden’. Fue capturado en marzo del 2017.
Miguel Botache Santillana (a) 'Gentil Duarte'
Antiguo mando medio de las FARC.
Actualmente lidera a los disidentes del Frente 1 del grupo terrorista cerca de la frontera con Ecuador y Perú.
Expediente Putumayo: droga, mafia y crímenes
Güeppí
Donde el país comienza
Es una de las zonas donde se concentra la producción de drogas por parte de mafias colombianas con presencia de peruanos. Los traficantes se disputan con violencia la zona con los disidentes de las FARC. Desde el 2018, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional han realizado cuatro operativos, llamados ‘Armagedón’. En el primero de ellos, detuvieron a más de 40 colombianos y destruyeron laboratorios de droga, que en la zona se conocen como fincas.
Soplín Vargas
La espada o la pared
En abril del 2018, un colombiano identificado como Neider Jhonny Machacury Jota fue detenido en las inmediaciones de un colegio cuando ofrecía a dos menores de edad enrolarse en las FARC a cambio de dinero. En la zona abundan los cultivos de coca para producir droga, que es después transportada por río a Ecuador y Brasil.
Teniente Manuel Clavero
Zona crítica
Días atrás aparecieron en la zona los cadáveres de seis hombres ejecutados con tiros de gracia, otro probable ajuste de cuentes entre mafias locales. La presencia de los disidentes de las FARC es constante. En noviembre del 2018, una lancha de la Marina de Guerra del Perú que patrullaba en el río, frente a la localidad colombiana de Refugio, fue atacada a balazos desde tierra. Tres marinos resultaron heridos.
Puerto Leguizamo
Guerra abierta
Esta localidad colombiana limita con Perú y Ecuador, y forma parte del circuito de producción y tráfico de drogas. El Frente 1 y el Frente 48, compuesto por miembros de las FARC, disputan en control del territorio con grupos armados de narcotraficantes. En el 2017, las autoridades encontraron un escondite con 54 fusiles, seis ametralladoras, tres lanzagranadas, 200 minas y otros pertrechos.
Puerto Asís
Laboratorios en la selva
Se calcula que en esta localidad colombiana hay 20 mil hectáreas de coca cultivadas, y la producción de cocaína en laboratorios clandestinos es constante. También se produce marihuana de la variedad ‘creepy’. El gobierno colombiano realiza trabajos de erradicación de cultivos ilícitos. Es uno de los territorios bajo control del Frente 48.
Tabatinga
Muerte en la triple frontera
Este pueblo es la puerta de entrada a Brasil de la droga que se produce en la ribera del Putumayo y la triple frontera. Allí se mueve el dinero, y allí está también el crimen organizado. El 11 de febrero pasado, el suboficial Anthony Santillán, policía peruano que había trabajado en la Dirandro de Iquitos, almorzaba con su familia en un restaurante de Tabatinga, cuando un sicario entró caminando y lo mató de un disparo en la cabeza.
El Estrecho
Vigilancia en la frontera
Es una de las localidades más grandes y pobladas de la frontera. Muchos negocios de la zona sirven para lavar dinero ilícito obtenido por el tráfico de drogas. Recientemente se instaló un puesto de control migratorio en El Estrecho para aumentar la vigilancia territorial en la zona.
Puerto Guzmán
La muerte a diario
En esta localidad controlada por los grupos armados, en los primeros días de enero fueron asesinados al menos tres líderes sociales y dirigentes, quienes promovían la erradicación voluntaria de cultivos de coca. Años atrás, allí se estableció ‘Rodrigo Cadete’, cabecilla de las FARC que llegó a extender sus dominios hasta la frontera con Perú.
“El problema no es solo colombiano”
En Perú se han tenido que familiarizar a la fuerza con el término GAOr: las violentas bandas criminales que siembran el terror en la frontera que comparten con Colombia y que saltan los límites terrestres a diario.
La masacre de cinco colombianos y de un ciudadano brasileño fue la violenta notificación de que las llamadas disidencias de la ex guerrilla de las Farc -que nunca dejaron las armas- están detrás de ese nombre y son las responsables de las masacres, el miedo y la violencia que se vive en el departamento del Putumayo, y que empezó a bajar por el mapa.
Ya está confirmado que el múltiple crimen se registró en el lado peruano, en Lupita, población ubicada al frente de Puerto Leguízamo, Colombia. Aún no se han establecido responsables, pero, desde finales de 2019, hombres rondan por el Putumayo, el tercer departamento con más cultivos de coca en el país: unas 160 mil hectáreas.
La madrugada del viernes, 13 de septiembre de 2019, llegaron a la vereda La Perla, de este lado de la frontera, y asesinaron a tres personas.
Y desde entonces, sujetos enfusilados han seguido recorriendo el departamento y saltando al Perú, en un intento por controlar los cultivos de coca, que negocian con carteles brasileños y de mexicanos.
Un bando lo componen las disidencias de los frentes primero y 48 de las ex Farc y el otro está compuesto por un coctel de actores armados que se hacen llamar ‘la mafia Sinaloa’.
“Esa organización es, en esencia, una vieja banda de narcotraficantes conocida como la ‘Constru’, que fue golpeada por la Fiscalía y la Policía a mediados del año pasado y la región sigue siendo una de las prioridades en la lucha contra el narcotráfico”, aseguran un investigador de la Policía.
En efecto, en junio cayó Miguel Antonio Bastidas Bravo, alias Gárgola, su máximo líder, miembro de una familia de políticos y emparentado con un oficial del Ejército colombiano que lo protegía.
Tras el golpe, sus hombres se aliaron con viejos paramilitares y con exguerrilleros de los frentes 32 y 49 de las Farc para apropiarse del negocio de la coca y de los corredores estratégicos y naturales que ayudan a moverla: los ríos Caquetá y Putumayo.
La Defensoría del Pueblo ha emitido dos alertas tempranas describiendo estas alianzas y cómo poblaciones como Puerto Guzmán y Puerto Leguízamo están golpeadas por la violencia, que atraviesa fronteras.
Pero el problema no es solo colombiano.
Los poderosos carteles mexicanos –Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y ‘los Zetas’– y brasileños –‘la Familia del Norte’, el Primer Comando y la ‘Familia Vermelho’– están pagando los cargamentos de coca con armas modernas y empoderando militarmente a estas bandas y disidencias.
Y sus redes pasan por Brasil, Perú (el segundo productor mundial de coca) y por Ecuador en un juego criminal en el que todos ponen y el mundo pierde.