Hospital de Ate infectado con bacterias mortales
El Comercio ha documentado la historia de 19 pacientes graves con COVID-19 contagiados de acinetobacter, pseudomona y klebsiella. El director de hospital Ate admite la existencia de un brote.
Graciela VillasísUnidad de investigación Video: Luis Jacobo Fotografía: Fernando Sangama y Lino Chipana Desarrollo: Armando Scargglioni C.
Hace dos semanas, el presidente Martín Vizcarra destacó las virtudes del nuevo Hospital de Emergencias de Ate. “Está listo y habilitado para atender a 110 pacientes en UCI”, dijo. Anunció que se convertirá en el “Instituto Nacional de Medicina Crítica” y felicitó a su director por el “excelente trabajo”.
Sin embargo, el hospital que atiende exclusivamente a pacientes con COVID-19 no tiene los estándares de calidad que tanto resalta el Gobierno, según familiares de pacientes y de médicos intensivistas de ese nosocomio, quienes conversaron con El Comercio. Además del hacinamiento, se han diseminado bacterias multidrogorresistentes entre las personas graves en UCI que están conectadas a un ventilador mecánico.
Este Diario ha podido documentar la historia de 19 pacientes que fueron contagiados intrahospitalariamente con las bacterias ‘Acinetobacter baumannii’, ‘Klebsiella pneumoniae’ y pseudomona. Estas son altamente peligrosas y tienen una tasa de mortalidad de 50% al 80%, según la infectóloga e investigadora del Instituto de Medicina Tropical Alexander von Humboldt, Fiorella Krapp.
Los familiares revelaron lo que los médicos les informaron: que los pacientes tenían estas bacterias y que requerían con urgencia antibióticos para combatirlas, como la colistina y la tigeciclina. Estos medicamentos son escasos en el mercado y sus precios varían entre 150 y 400 soles la unidad. La colistina, según tres expertos consultados para este informe, dejó de usarse en 1950 después de demostrarse que ocasionaban daños severos en los riñones. Ahora se han vuelto a utilizar porque son necesarios para este tipo de contagio.
— Historias críticas —
Stefany Gozme relató cómo su padre Edmundo Gozme, de 53 años, falleció dos semanas después de ser internado en este hospital. “Entró con un 75% del pulmón derecho comprometido. Luego bajó a 45%. Estaba mejorando”, recuerda. Una semana después recibió una llamada del nosocomio para comunicarle que su papá se había “contagiado” con una pseudomona. “No me dijeron exactamente cuál era […] y me dijeron que para esa infección le estaban recetando colistina con tigeciclina. Me pidieron 14”, señaló.
A su papá le aplicaron las 14 ampollas, pero no resistió y falleció una semana después. “Sus pulmones se inflamaron. Ya no pudieron actuar”, dijo. Stefany y su familia pidieron que en el certificado de defunción figurara que no solo murió por COVID-19, sino por una pseudomona que había adquirido en el hospital, pero su pedido no fue atendido.
Stefany Vera Escobar perdió también a su hermano menor Sergio, de 22 años, que no tenía enfermedades preexistentes y solo un poco de sobrepeso. El joven se comenzó a sentir mal y decidieron ingresarlo a una sala de UCI. Al cuarto día, un médico le informó que su hermano había sido contagiado con la bacteria acinetobacter. Le pidieron la colistina junto con la tigeciclina.
Sergio Vera Escobar contagiado con COVID-19 murió a los 22 años. Su hermana Estefany exigió que en el acta de defunción se agregara la infección intrahospitalaria.
“Solo llevé la colistina para cinco días. Me dijeron que tenía que comprar los medicamentos cuanto antes porque si no mi hermano podía morir”, dijo a este Diario. Ella contó que optó por llevarlo a Ate porque “era nuevo y se suponía que tenía las medidas de seguridad adecuadas”. No fue así. Su familia también exigió que en el acta de defunción se agregara la infección intrahospitalaria. El médico se negó.
Benicio Juárez, papá de Jessica Juárez, fue otra de las personas que falleció por estas bacterias. Ingresó al nosocomio la madrugada del Día del Padre. Era aproximadamente las 3:00 a.m. y lo llevamos con oxígeno, porque ya requería. Lo evaluaron y necesitaba ser hospitalizado. Incluso mi papá necesitaba un ventilador mecánico, eso nos dijeron los médicos, entonces mi papá se quedó hospitalizado ahí, lo dejamos hospitalizado y luego ya no pudimos entrar a verlo”.
Al día siguiente fue trasladado a UCI, donde se infectó “estuvo evolucionando favorablemente la primera semana, pero luego empezó a empeorar. Probablemente no había buen manejo de la desinfección y esterilización y tampoco bioseguridad para proteger a los demás”, señaló Jessica.
Ella cuenta que su papá estuvo evolucionando favorablemente la primera semana, “incluso saturaba en posición boca arriba 98% con 40% de oxígeno, lo cual era muy favorable” hasta ese momento. "Fue cuando yo le pregunté al doctor a qué se debía que mi papá había tenido un pequeño retroceso [...] El médico me indicó que eso podía deberse a los gérmenes intrahospitalarios que existen en todas las UCI del Perú y del mundo", dijo.
Jessica recuerda que una semana después recibió la llamada de una doctora que le informaba que todavía no habían salido los resultados del cultivo que le habían hecho a mi papá, pero que estaba recibiendo antibióticos preventivos por [haber contraído] gérmenes. “Me dijo que, si los resultados arrojaban una bacteria multirresistente, me estarían pidiendo un antibiótico que no había en el hospital”. Al día siguiente recibió una llamada en el que le informaban que su papá había tenido un segundo paro y que su salud se había complicado. A los pocos días su padre falleció.
Jaaziel Correa ha vivido una historia similar: toda su familia se infectó con el COVID-19. Hasta que su padre empezó a sentirse mal. “Ingresó al hospital sin poder respirar bien, pero no había cama. Tenía los pulmones muy dañados”, precisó. Su padre, Jorge Correa de 64 años, ingresó tras pasar cuatro días en una silla de ruedas. Una semana después le dijeron a la familia que había contraído un virus en el hospital. “El 11 ó 12 de junio nos llamaron para avisarnos del contagio de la bacteria. Igual todo lo tengo grabado, […] las conversaciones con los médicos, todos los reportes. También las imágenes del momento en el que el doctor me pide la receta médica”. A ellos les pidieron cuatro colistinas y cuatro tigeciclinas. El 23 de junio, veinte días después de ingresar a UCI, su padre murió. “Esa fue la causa. Lo que nos dijeron fue que esas bacterias infectaron sus pulmones y su sangre”, agregó.
Ruby José Ramos Humancisa tiene 62 años y lleva más de un mes conectado a un ventilador mecánico en la cama 20 de la sala 6 de la Unidad de Cuidados Intensivos. Desde el 19 de julio, los médicos le han pedido a su esposa Lucy Carhuancho que compre seis frascos de colistina para combatir la bacteria que Ruby José ha contraído en el hospital. “Me han pedido ese medicamento, pero no hay en ningún lado. Me dijeron que podía encontrarlo cerca al hospital Hipólito Unanue en el Agustino, pero nada. He recorrido varios hospitales y no venden. Cuando pregunto en algunas farmacias, me dicen que no tienen, pero que ese antibiótico cuesta entre S/200 y S/500 soles”. Lucy dice que su esposo ha tenido un paro cardiaco y necesita esa medicina “para matar la bacteria que ha contaminado su sistema arterial”.
Han pasado seis días desde que el hospital le pidió la colistina, a pesar de que este centro de salud cuenta con un presupuesto millonario, le exigen a los familiares que sean ellos los que compren las medicinas. Por eso, Lucy hace un pedido desesperado para salvar a su esposo que necesita ese antibiótico porque ella padece de osteoporosis y teme por el bienestar de su hijita.
Dos médicos intensivistas de este hospital, quienes prefirieron mantener en reserva sus identidades por temor a represalias, contaron a este Diario lo que ocurre al interior de las UCI para COVID-19. “Esto se detectó hace un mes y medio, justo cuando trajeron de emergencia a los médicos de Iquitos. Antes no se nos morían tantas personas, pero esto ya se ha vuelto inmanejable”, dijo uno de ellos a El Comercio.
“Se debe separar el área contaminada del paciente infectado, pero no se hace porque no hay enfermeras. Si pides algo, no hay”, detalló. “Tampoco hay dinero para adquirir insumos o para un nuevo infectólogo”, añadió.
Otro médico intensivista detalló el hacinamiento: “Al menos deberían poner al costado de los infectados por bacterias un mandilón y una caja de guantes. Una enfermera no puede trabajar con un paciente limpio y otro contaminado”.
La distancia entre una cama UCI y otra debe ser de 180 cm, pero ello no se cumple. El doctor contó que están separadas por menos de 90 cm. Agregó que no tienen protección estéril. “No tenemos nada”, dijo.
Hace algunos días, este Diario supo que se hizo una desinfección a la sala 6 donde se reportó el mayor número de contagios de acinetobacter. Hasta el viernes, esta misma sala ya tenía cuatro pacientes contaminados. Las salas 3, 4 y 5 también reportan contagios bacterianos.
— Presupuesto —
Según la página de Transparencia del Ministerio de Economía y Finanzas, al Hospital de Emergencia de Ate le asignaron S/68’500.093 por la pandemia del COVID-19, de los cuales ha gastado solo S/35’517.006. Es decir, el 51,9% del presupuesto. A pesar de estos recursos, obligan a los familiares a comprar colistina, un medicamento que es caro y escaso en el mercado.
Director del hospital admite existencia de brote
En diálogo con El Comercio, el doctor Luis Loro, director del Hospital de Emergencias de Ate, admitió la existencia de un brote bacteriano.
“Tomamos conocimiento de este brote y se implementó el control de infecciones. Contratamos de inmediato a un infectólogo y se creó un comité que está integrado por el jefe de UCI –donde se producen este tipo de infecciones– y los jefes de departamento de Medicina y de Emergencia. Entonces se hizo la conformación del Comité de Infecciones”, precisó.
Aseguró, además que se reportó este brote al Ministerio de Salud. “Nosotros reportamos todos los días a la matriz tanto de la Dirección General de Operaciones en Salud como a la Dirección General de Epidemiología, de los casos y las acciones que estamos tomando, porque hay enfermedades que son de reporte obligatorio”, apuntó.
Loro también admitió que estas bacterias son muy graves y que es probable que algunos pacientes hayan “traído” esos gérmenes de otros hospitales de Lima y de otras regiones del país. “La tasa de mortalidad es muy alta si se asocia a otros factores. El asunto es que estas infecciones intrahospitalarias en una persona normal no harían tanto daño, pero estos pacientes tienen otros factores de comorbilidad. Estamos hablando de 70% u 80% de mortalidad”, dijo. Agregó que ya han solicitado la adquisición de colistina, sin embargo, los médicos exigen a los familiares comprarlos, sin considerar que muchos de ellos carecen de recursos económicos.
Expertos alertan sobre el peligro de estas bacterias intrahospitalarias
¿Qué debe ocurrir en un hospital cuando se detecta el primer caso?
"Investigación y acción inmediata para controlar".
“La acinetobacter y la klebsiella se llaman multidrogorresistentes y crecen en el ambiente de hospitales, donde hay mucho consumo de antibióticos y de alta potencia. Si estás con tubos en la UCI, por el COVID-19 o no, y además te entran estas bacterias, es grave. El pronóstico inmediatamente se vuelve malo”, explicó. Para la especialista en resistencia antimicrobiana, si aparecen estos casos consecutivos, tiene que despertar alerta en la persona responsable. “Se debería hacer una investigación. A todos se les busca si tienen la colonización. Con un método de laboratorio, se toma una muestra y se ve si están colonizados o no. Se trata de separarlos para que no haya otra sala que de repente comience a diseminarla”, dijo. Krapp sostuvo que todo lo que viene ocurriendo en la sala UCI del hospital de Emergencias de Ate “suena muy sugerente a un brote y definitivamente hay que tomar algún tipo de acción”. Agregó que esta bacteria “no se puede eliminar, erradicar, no puedes fumigarla. Lo que se tiene que hacer es un control de infecciones para que se pueda detectar rápidamente quiénes están colonizados. Incluso se puede buscar en superficies para buscar cuáles están contaminadas, hacer una limpieza estricta alrededor de los pacientes contaminados. Seguro tampoco está pasando eso”, precisó.
La especialista indicó que la colistina es un fármaco “que se dejó de usar en los años 50 porque era tóxico y, a la mitad de las personas casi les destruye el riñón”, pero son tan resistentes al resto de antibióticos. […] Se llaman drogas o fármacos de rescate. Son ya la última línea”, remarcó.
"Con el primer caso debió proceder el aislamiento".
Para el especialista Eduardo Gotuzzo, cuando ocurren estos casos como en el Hospital de Emergencias de Ate, se debe poner en práctica de inmediato la vigilancia epidemiológica, que consiste en aislar a los pacientes con cortinas u otros sistemas de separación. Después se debe realizar “cultivo todos los días a todos los pacientes, en la nariz, etc. Y cuando aparece uno, inmediatamente hay que aislarlo”. “La acinetobacter es uno de los grandes microbios de resistencia. Es uno de los gérmenes a los que todo el mundo les tiene temor. Son multirresistentes y hay que usar medicinas diferentes, especiales”, remarcó Gotuzzo. Resaltó que lo que debe proceder en estos casos es el aislamiento a todos con “mucho cuidado, diferenciados por espacio”. Agregó que existe una política para esta acción: “Se cultiva a todos los pacientes, se hace una vigilancia microbiológica”.
"Si aparecen cinco casos, se debe intervenir de inmediato".
“Si tenemos tres casos y de pronto aparecen cinco, el sistema del hospital debe inmediatamente intervenir. Hacer un estudio de brote, identificar las infecciones. Si son respiratorias, cambiar las máquinas de ventilación, los procedimientos; quizás hay personal médico contaminado”, dijo el infectólogo del hospital Dos de Mayo. El experto remarcó que se debe identificar no solo la bacteria, sino la fuente desde dónde se está produciendo. Precisó que en los hospitales “a veces escasean” las unidades de aislamiento. “Si hay una persona que tiene un germen malvado, pues tiene que aislarse. El sistema tiene que funcionar –afirmó–. El control de infecciones en los hospitales es sumamente descuidado”. Consideró que no solo se debe pedir a los directores en qué gastan el presupuesto, sino que deben medirlos en base a la tasa de infecciones intrahospitalarias que hay. “Es un indicador de calidad”, enfatizó.