La doble tragedia de los gemelos Calixtro
Más de 1.300 policías han dado positivo de coronavirus desde que empezó la emergencia. 17 han fallecido a nivel nacional. Los casos siguen aumentado a la par de denuncias sobre malas atenciones en los centros de salud de la policía.
Uno de los casos más recientes es el de los hermanos Calixtro. Ambos policías se contagiaron de COVID-19 cumpliendo su servicio. Uno ya falleció. El otro lucha por su vida en el Hospital Central de la PNP.
Los gemelos José y Raúl Calixtro hacían todo juntos: desde pequeños les gustaba el deporte, sobre todo el fútbol, y vestirse con la misma ropa. Un día decidieron dejar la universidad para postular a la policía y ambos llegaron a ser técnicos de la Policía Nacional del Perú (PNP). Raúl entró a trabajar en la Dirección de Prevención de Investigación de Robos de Vehículos, mientras que su hermano al Escuadrón de Emergencia Este 1. Desde sus puestos, los dos enfrentaban al coronavirus.
Inseparables como siempre, los gemelos decidieron pasar la prueba rápida a mediados de marzo. Salieron negativas. Pero desde hace dos semanas Raúl empezó a sentir síntomas de la enfermedad. La noche del 13 de abril, se acercó al hospital Augusto B. Leguía, en el Rímac, para pasar otra vez la evaluación. Hizo una cola de tres cuadras en la madrugada para que al final le dijeran que se habían acabado los dispositivos. Volvió a casa con su familia, pidió permiso en el trabajo y se aisló.
José no dejó de estar pendiente de su hermano. Luego de patrullar, lo visitaba para llevarle alimentos y medicinas. Por esos días, José también empezó a sentirse mal. El viernes 17, los dos fueron al hospital Hipólito Unanue para confirmar si habían contraído el COVID-19. Les dijeron que el resultado de la prueba molecular recién lo tendrían en cuatro días. Con esa duda, ambos regresaron a sus hogares en San Juan de Lurigancho.

José (izquierda) trabajaba en Escuadrón de Emergencia Este 1 y Raúl en la Diprove
Para el domingo 19, los dolores eran insoportables. José decidió ir a una clínica y llamó a su hermano para que le diera el alcance. Escucharon el precio de la posible atención: más de S/100 mil. Resignados, volvieron al hospital Leguía. Antes de pasar por consultorio, Raúl se desvaneció. Eran las 11 a.m. Los médicos le conectaron oxígeno y lo trasladaron de inmediato al Hospital Central de la Policía Nacional.
José, quien también estaba recibiendo oxígeno, se quedó esperando afuera de Emergencia a que le sacaran unas placas y a que una cama estuviera disponible para ser internado. Así estuvo hasta pasadas las 4 p.m.
La última vez que se vieron fue la noche de ese domingo. Los dos estaban en el Hospital Central porque el Leguía ya había colapsado. El siguiente problema fue que, en ese momento, solo había un ventilador mecánico disponible. Médicos consultados para esta nota cuentan que Raúl cedió el turno a su hermano. Sin embargo, ya era demasiado tarde: la madrugada del lunes 20, José falleció de un paro cardiorrespiratorio. Tenía 49 años y dos hijos: uno de 19 y el otro de 9. Al día siguiente, llegaron los resultados de los test moleculares: ambos dieron positivo por COVID-19.
“Estamos luchando por salvar a Raúl”, dijo uno de los médicos del hospital .
Lo sucedido con los hermanos Calixtro demuestra el drama y el abandono por el que atraviesan los policías en el país, quienes tienen la orden de hacer cumplir la cuarentena, pero a la vez están expuestos al contagio.
El ministro del Interior, Gastón Rodríguez, precisó ayer que hasta el momento han fallecido 17 policías por el COVID-19 (11 de ellos en Lima) y otros 1.300 están contagiados.

Los rostros de 12 de los 17 policías fallecidos hasta el momento a causa del coronavirus.
Durante esta semana, este Diario visitó el hospital Leguía y registró las largas colas que se formaban en los exteriores para pasar la prueba rápida: los agentes llegaban desde las 6 a.m. y se quedaban hasta altas horas de la noche. Policías consultados para esta nota, muchos de ellos sentados en la vereda y con visibles malestares, contaron que no se movían de su sitio por temor a perder su turno, sin importar el hambre. Otros manifestaban su preocupación de que en este mismo espacio estuvieran mezclados con infectados.
El drama también se vive en las comisarías. Tal vez el caso más representativo es el de La Victoria, donde más de 30 agentes han sido infectados y cinco han fallecido. En el Hospital Central, los médicos cuentan que, si bien ahora tienen mejores equipos de protección, aparecen casos de pacientes que se acercan por otras patologías y que terminan infectados.
A esto se suman las denuncias por presuntos actos de corrupción que investiga la fiscalía en el interior de la PNP, respecto a la compra de alimentos (rancho frío) y equipos médicos como mascarillas, que comprometen a altos oficiales, lo cual afecta el ánimo de los subalternos que salen a patrullar.

Policías hacen largas colas afuera del Hospital B. Leguía para pasar la prueba rápida.
Nataly Ponce, experta en temas de seguridad y exviceministra de Seguridad Pública, dice que lo que vemos es consecuencia de décadas de abandono en el sistema de salud policial. Sin embargo, dice que lo urgente no es plantear cambios estructurales en este momento, sino contener y prevenir más contagios.
Una de sus propuestas es que los agentes puedan atenderse en cualquier centro de salud sin excepción, solo mostrando su carnet. Otra es que se creen unidades móviles que visiten las dependencias policiales para fumigar y detectar posibles infecciones.
El viernes por la tarde, los agentes del Escuadrón de Emergencia Este 1 se acercaron a la casa de José Calixtro para entregar a sus hijos la urna con las cenizas de su padre, además de su boina y la bandera del Perú. A la ceremonia asistieron los dos hijos de Raúl, quienes consideraban a su tío José su segundo padre.
“Mis dos papás se contagiaron ayudando a las personas”, dice Flavia Calixtro, hija de Raúl, quien ahora deberá aprender a vivir con la ausencia de uno de ellos. “¿Por qué no los cuidan si están en la primera línea de defensa?”, se pregunta.