Mueren 30 pacientes con COVID-19 por bacterias en hospital de Ate
De los 51 contagiados, 30 murieron, 11 fueron dados de alta y diez permanecen en UCI del hospital “que se inauguró a empujones”, según asesor del Minsa. Fiscalía abrió investigación a las autoridades por estas infecciones.
Graciela VillasisUnidad de investigación Imágenes
Luis Jacobo Fotografía
Anthony Niño de Guzmán | Angela Ponce Desarrollo
Armando Scargglioni C.
El Comercio reveló hace un mes la existencia de un brote causado por bacterias que se habían diseminado en las salas de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de Emergencia de Ate Vitarte, y que generó el contagio de pacientes de coronavirus.
En ese entonces, el director de este nosocomio, Luis Loro, reconoció que en las salas UCI había un “brote” de las bacterias ‘Acinetobacter baumannii’, ‘Klebsiella pneumoniae’ y pseudomona, luego de realizar los cultivos respectivos. En este hospital se había solicitado a los familiares la colistina, un antibiótico potente que se usa como último recurso para combatir bacterias resistentes y que causa daño en los riñones del 50% de pacientes.
El personal médico, en lugar de aislar y separar a los pacientes con COVID-19 no contaminados, los juntó en un mismo ambiente con los infectados sin medir las graves consecuencias, según la investigación realizada por el comité de control y vigilancia después del informe que publicó El Comercio en julio. La investigación también determinó que hasta ese momento no había un registro oficial sobre el número de pacientes infectados con bacterias.
Este hecho también generó que el Cuarto Despacho de la Primera Fiscalía de Santa Anita inicie una investigación preliminar “para esclarecer el delito contra la vida, el cuerpo y la salud en la modalidad de exposición al peligro de personas dependientes”, según indica el oficio que dirige el departamento de investigación de denuncias derivadas del Ministerio Público de la PNP al director del hospital de Ate.
“Vamos a hacer las indagaciones y ver cuál es el camino que va a seguir la investigación. Por el momento, lo que se ha hecho es tomar conocimiento de la noticia a través del Diario y en base a eso hemos empezado las pesquisas”, señaló el fiscal José Godoy Meller.
El Comercio ha podido confirmar que en este nosocomio que atiende exclusivamente a los pacientes graves con coronavirus, las condiciones de bioseguridad para ellos y el personal médico han presentado una ligera mejora. Entre junio y agosto, la cifra de pacientes contaminados es de 51 personas, de las cuales 30 han fallecido, 11 fueron dadas de alta y diez están en una cama de UCI.
Según el infectólogo Manuel Espinoza, asesor del despacho viceministerial de Salud Pública del Minsa, este nosocomio fue construido para ser un hospital general y “no para atender solo emergencias y salas con tantos pacientes” en UCI. “Se inauguró prácticamente a empujones, sin tener personal y una serie de requisitos normativos como una oficina de vigilancia y control de infecciones intrahospitalarias que haya permitido intervenir apenas se descubrieron los primeros casos”, indicó el funcionario.
Espinoza, quien también forma parte del comité nacional de resistencia antimicrobiana del Minsa, recibió el informe tras conocerse el brote en el hospital de Ate. “Se encontraron gérmenes en algunos de los tubos corrugados que estaban dentro del tracto respiratorio de la ventilación mecánica. Otra causa de la infección está asociada al uso de catéteres de dispositivos intravenosos que se utilizan para introducir medicamentos”, dijo.
Espinoza reconoció que hay un gran “hacinamiento de pacientes debido a la gran demanda, déficit de recursos humanos y personal cansado”. También precisó que faltan insumos como equipos de protección personal (EPP) y antibióticos.
Frente a este grave problema, según detalló el asesor del Minsa, se inició un proceso de capacitación virtual al personal médico. “Se armó un curso online dictado por colegas de España, Estados Unidos y Brasil […] para reducir el riesgo de transmisión de microorganismos a las personas que están internadas. Agregó que reforzó los conocimientos básicos de personal limpieza” Sin embargo, estas acciones no han sido suficientes frente a la justificación que dio el director del hospital de Ate en julio pasado, quien afirmó que la mayoría de personas que murieron por las bacterias eran adultos mayores con enfermedades preexistentes.
Tras varias semanas de investigación, El Comercio presenta nuevos casos de jóvenes madres y padres de familia que fallecieron y dejan hijos en orfandad.
Pacientes jóvenes
Ketty Rivera tenía 27 años y era madre de dos niños. El 6 de agosto falleció tras estar internada tres semanas. Su esposo Javier Peralta cuenta que la llevó a Ate porque le habían dicho “que había oxígeno y estaba equipado”.
Después de pedirle colistina, lo llamaron para informarle que Ketty había fallecido, pero no solo por COVID-19. Le dijeron que había sido por la bacteria acinetobacter que había adquirido en el hospital.
A diferencia de los demás familiares, Javier Peralta tiene escrito en el acta de defunción de su esposa como causa básica del fallecimiento una neumonía COVID. Y en la parte posterior del documento específica como causas de defunción el “síndrome de distréss respiratorio del adulto. Bacteriemia acinetobacter y neumonía COVID”.
Una historia similar es la de Ruth Adanaque. El 8 de agosto le informaron que su esposo Edwin Santos Gamboa de 37 años había fallecido: “Me dijeron que estaba haciendo fiebre, que tenía una infección. Luego me pidieron comprar cinco colistinas”.
Luego Ruth llevó a su esposo al Hospital Hipólito Unanue del Agustino y ahí le dijeron que no había camas que se consiga un balón de oxígeno y que lo cuide en casa, pero su estado de salud no mejoraba.
El diagnóstico que le dio el personal de salud del Minsa que fue a su casa, la preocupó mucho y decidió llevarlo al hospital de Ate.
Así como Ruth, Nilda Vidal también perdió a su esposo Rolando Muñico Vilcapoma, de 46 años. Cuenta que él no tenía enfermedades preexistentes. Rolando falleció hace un mes y también se contagió de una bacteria en la UCI. “Cuando investigué esa enfermedad [bacteria acinetobacter], se había contagiado al momento de intubar”, señala.
No [tenía enfermedades], nada. De la noche a la mañana. Hasta el día lunes trabajamos nosotros, no tenía ningún síntoma, nada. Él había estado con ampolla en la casa, porque le habíamos hecho la prueba rápida y salió negativo. De ahí le salió bronconeumonía atípica por COVID, por dos días estaba con la ampolla en la casa, pero el sábado ya no podía. Por eso yo lo llevé [al hospital], pero yo no pensé que mi esposo ya no iba a volver de ahí.
“Tengo dos hijas, la menor de seis años y me duele bastante, verla sin su padre. Mi esposo era una persona buena que amaba a sus hijas. Hemos tenido muchos proyectos con él, pero la maldita enfermedad y ese contagio que le ha dado.”
Sheyla Martel también recibió una llamada desde el hospital para decirle que a su hermano “le había entrado una bacteria en la parte donde lo habían intubado”. Le pidieron diez tigeciclinas y diez colistinas. Esa misma noche no le recibieron los medicamentos, sino hasta el día siguiente. Windahus Martel Pujay, de 40 años, falleció el pasado 18 de junio.
Sorpresivamente, hace una semana, Sheyla recibió una nueva llamada del hospital para que recoja unas medicinas que no le llegaron a aplicar a su hermano. Para la familia Martel esta llamada ha sido, por lo menos, irregular.
EL Comercio acompañó a Sheyla Martel al hospital de Ate para registrar el momento en el que le entregaron la medicina
Pedir que nos devuelvan a mi hermano es imposible, pero quisiera que el estado pongan más empeño en ese hospital, teniendo trabajadores y médicos no se percaten que hay unas bacterias que están en UCI. Quisiera que se haga justicia no solo por mi hermano sino por las personas han fallecido.
También hay casos de adultos mayores contaminados como Eva Marina Quispe viuda de Magallanes o ‘Mamá Nina’. Ella tenía 82 años y nunca tuvo diabetes ni hipertensión. Tres días antes de ser hospitalizada bailaba alegremente en casa. No hay día en el que su nieta Violeta Lanza y su familia se lamenten de haberla llevado a este hospital. “Ella ingresó caminando”, recuerda Violeta. “Nos informaron que se infectó con esta bacteria. Hemos llevado 28 ampollas sin saber que estábamos debilitando todo su sistema”, cuenta. El 4 de agosto, tres semanas después de ingresar al hospital, ‘Mamá Nina’ murió.
Lucy Fermina Aquije Ramos tenía 69 años y era médico cirujano del hospital de Ica. Ella junto a otros colegas se contagió de coronavirus en el centro de salud que laboraba. Su hijo Augusto Tipacti relata indignado el trato que recibió su madre en el hospital de Ate durante el mes que estuvo hospitalizada. Ella falleció el 28 de julio. “Mi mamá no es la única que murió por esa acinetobacter, la mayoría de sus colegas enfermos también murieron por esa causa”, Augusto asegura que su familia compró colistina y albumina y enviaban encomiendas a Lima para la recuperación de su mamá. “UCI tendría que tener esas medicinas porque eso es lo que se debe utilizar en esas etapas de emergencia”. Augusto es biólogo, su padre y hermano son médicos y aún no se recuperan de la perdida de Lucy. “Mi madre entró caminando y nos la entregaron en un cajón” dice desconsolado.
En su último mensaje a la nación, el presidente Martín Vizcarra resaltó la puesta en funcionamiento del Hospital Emergencia Ate durante el estado de emergencia sanitaria y dijo que se convertirá en el instituto nacional de medicina crítica. Fue por disposición de Vizcarra, que el nosocomio abrió sus puertas el 25 de marzo para atender a los pacientes con infección grave de COVID-19, que requieren estar en una cama en UCI.
Afirman que están desinfectando
El director del Hospital Emergencia Ate, Luis Loro, indicó que el riesgo de infecciones en las salas UCI de todos los hospitales es “alta”.
Afirmó que después del informe publicado por este Diario en julio, recibió a una comisión del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) del Ministerio de Salud (Minsa) quienes hicieron un plan de intervención en el hospital.
Añadió que en estos días se ha implementado un sistema de desinfección y esterilización de los ambientes donde se encontraron las infecciones intrahospitalarias, “en las camas, pisos, techos, paredes y enseres con amonio cuaternario”. Sin embargo, señaló que estas bacterias “no van a desaparecer” porque seguirán recibiendo pacientes de otras regiones y hospitales con infecciones.
Loro sostuvo que como hospital “han asumido que los pacientes vinieron infectados de afuera porque es un hospital nuevo que antes no tenía pacientes”. Por ello, dijo, “no existía la infección en el hospital”. “Empezaron a venir pacientes de otras regiones y de otros hospitales de Lima”, agregó.
El director sostuvo que el camino ideal es “cerrar” las salas, pero que en las actuales condiciones “es difícil cerrar un hospital que tiene 100 camas con ventiladores mecánicos”. Por eso han buscado otras alternativas “válidas y efectivas” para lograr superar este momento. “Las salas UCI tiene seis salas con 38 camas. Se ha separado un ambiente con nueve camas y eso se ha ido esterilizando para ir rotando a los pacientes”, remarcó.
El director del Hospital de Ate precisó que “la semana que duró la esterilización se disminuyó la cantidad de pacientes en la UCI para poder tener una sala libre porque no podíamos esterilizar”.
Además, dijo que se están haciendo cartillas, realizando una capacitación al personal sobre el lavado de manos y el uso adecuado de los equipos de protección personal. “Le repito: no van a desaparecer las infecciones. La vamos a disminuir al mínimo posible. Le mentiría si yo le dijera que van a desaparecer”, concluyó.
Lo que dicen los especialistas
“Técnicamente, deberían cerrar y derivar pacientes"
Para el decano del Colegio Médico del Perú, cuando hay un brote y una cantidad importante de fallecidos, que puede aumentar, el hospital debería cerrar para realizare una desinfección. “Pese a ser el buque insignia, habrá resistencia para cerrarlo, pero técnicamente se debería”, dijo. Agregó que se tiene que “redireccionar” a los pacientes a otros ambientes para limpiar esas salas y ponerlas nuevamente a disposición de la población “sin el riesgo de que después de vencer al COVID-19 tenga complicaciones fatales” con bacterias resistentes a los antibióticos, que no son fáciles de encontrar en el mercado.
Señaló que los contagios intrahospitalarios “son problemas relacionados a una inadecuada gestión”. Precisó que la investigación del comité y del Minsa tiene que ir orientada en ese sentido. “No es culpa del médico. Es una política institucional que es consecuencia de la gestión que hace la autoridad sanitaria”, dijo.
Otro punto que consideró es que las UCI deben tener antibióticos como la colistina porque “no tiene sentido pelear con este virus tan fatal para perder la vida frente a esta bacteria que ha hecho resistencia”. Remarcó.
“Después del brote recién han creado un comité”
“Lo que el informe [de El Comercio del 25 de julio] ha destapado es el último eslabón que padece un paciente”, declaró el médico y especialista en salud pública. Señaló que desde la inauguración de un hospital, este debe tener un comité instalado con especialistas en enfermedades infecciones, microbiológicas y salud pública. Esa es, dijo, la manera de luchar contra los contagios intrahospitalarios por bacterias como el acinetobacter. “Lo que me llama la atención es que este hospital de Ate, después de que ha ocurrido el brote recién ha creado el comité de infecciones. Eso se hace, pero al revés”, sostuvo.
Los pacientes con enfermedades multidrogoresistente “son el resultado de una sociedad que usa antibióticos sin receta médica”. “Otra definición de una bacteria multirresistente es que es resistente a los antibióticos comúnmente usados, a la familia de penicilina, y a todas las familias que ya están usadas. Queda esta medicina que fue usada el año 50, pero es tóxica”, agregó.
Huerta reiteró que en todos los hospitales del mundo hay infecciones en salas UCI, pero se debe tener un comité muy activo de expertos en enfermedades infecciosas para reducir el número de contagios. “Ellos han tenido brotes y después han conformado el comité. Se les escapó la tortuga”, concluyó.
“No pueden abrir un hospital sin un comité de control”
Para el infectólogo, existe una norma técnica sobre el control de infecciones desde el 2004. “No se puede abrir un hospital sin su comité de control y prevención de infecciones intrahospitalarias. Menos si se dice que es un hospital de referencia donde van a funcionar tantas camas UCI”, sostuvo. Afirmó que estas infecciones son “absolutamente virulentas y de alta mortalidad”.
Indicó que si a un paciente le entra una de las bacterias mencionadas, tiene “alto riesgo de no salir con vida”. Señaló que desde el CMP han exhortado en reiteradas oportunidades a la ministra de Salud, Pilar Mazzetti, que fortalezca la prevención y control de infección intrahospitalaria para evitar que exista contagio al personal y a los pacientes. “El acinetobacter y la Klebciella están en las heces de las personas, en el intestino grueso. Por una manipulación inadecuada, los microbios quedan expuestos”, agregó.
El especialista, sostuvo que al no implementarse el programa de control de infecciones intrahospitalarias se ha detectado “la alta tasa de mortalidad por complicaciones de los pacientes como el caso de Ate y contagio al personal de salud de COVID-19”.
¿Cómo se hizo la nota?
Este caso se inició a través de una información que llegó a la Unidad de Investigación de El Comercio a través de dos médicos del Hospital de Emergencia de Ate, quienes advirtieron el incremento inusual de fallecidos por COVID- 19 entre los meses de junio y julio. Ellos sospechaban que había un brote que provocaba la muerte rápida de pacientes jóvenes y adultos mayores. Luego de realizarles los cultivos correspondientes, los resultados dieron positivo a las bacterias mortales como acinetobacter baumannii’, ‘klebsiella pneumoniae’ y pseudomona.
Esta información no era suficiente para armar un reportaje. Era necesario cruzar estos datos con los familiares de pacientes que habían contraído estas bacterias intrahospitalarias. Inicialmente El Comercio pudo conocer de que en la puerta 1 del hospital, los familiares se acercaban por la mañana y por la tarde a entregar un antibiótico llamado colistina, que no se utiliza para el tratamiento de pacientes con coronavirus. La colistina es un antibiótico potente que se usa como último recurso para combatir bacterias resistentes y que causa daño en los riñones del 50% de pacientes.
Durante varias semanas se tomó contacto con algunos familiares en las afueras del hospital. Algunos desconfiados, como es natural, no deseaban dar su testimonio porque temían represalias por parte del hospital hacia sus familiares internados, pero luego se consiguió la declaración de una señora que perdió a su esposo. Ese fue el primer caso.
Luego se consiguió contactos de más familiares y ellos a su vez nos ayudaron a llegar a otras familias que pasaban por lo mismo y que habían intercambiado números telefónicos en su desesperación por conseguir un antibiótico tan escaso en el mercado. Así fue como la Unidad de Investigación de El Comercio logró documentar en total 31 casos con declaraciones de los familiares afectados, recetas médicas, actas de defunción, recibos de farmacias, fotos y hasta comunicaciones por WhatsApp con los médicos intensivistas, quienes brindaban reportes diarios sobre el estado de salud del internado.
En la primera parte de esta investigación se logró documentar 19 casos. En esta segunda parte se logró obtener los testimonios de 31 familias que permitieron descubrir que en el hospital exclusivo para pacientes graves de COVID-19 hay un brote en todas las salas UCI, lo que está causando muchas muertes, tal como lo admitió en este informe el director de ese nosocomio.
Las consecuencias inmediatas fueron la intervención del Centro Nacional de Epidemiología, Prevención y Control de Enfermedades (CDC) del Ministerio de Salud al hospital y el inicio de una investigación por parte de la fiscalía a las autoridades de este nosocomio.