Miedo y muerte en el Hospital de la Policía
La desigual lucha contra el coronavirus
Un equipo de El Comercio ingresó al Hospital Central de la Policía. Recorrió sus pasillos y salas y conversó con sus trabajadores sobre la difícil lucha que tienen contra la pandemia.
Durante la elaboración de este reportaje, se constató el fallecimiento de tres policías por infección de COVID-19. Uno en retiro y dos en actividad. El más reciente fue el suboficial PNP Edder Meca.
El suboficial PNP Edder Meca no sabía que tenía COVID-19. Ese domingo 29 de marzo, regresó al Hospital Central de la Policía en Jesús María porque el dolor que sentía en el pecho había aumentado y la fiebre resultaba insoportable. Lo acompañó su novia Rubí. Eran las 9 a.m. y ambos estaban en la tumultosa sala de emergencias esperando que alguien los atendiera.
Por tercera vez, Meca iba a ese centro de salud en menos de 72 horas.El viernes 27, se acercó para hacerse la prueba de hisopado. Sospechaba que había contraído el virus durante su trabajo como miembro de la comisaría de La Victoria. Una fuerte tos era su principal síntoma. El sábado, tuvo que volver porque le indicaron que le habían hecho mal el despitaje.
Pasaban las horas de ese domingo y nadie atendía al suboficial. “Me acerqué donde un doctor para reclamarle por lo que ocurría y me dijo que por favor los entendiera”, contó Rubí. El médico le había dicho que sabía por lo que estaba pasando, pero que no contaban con el equipo de protección para atender a su pareja. La orden era que Meca debía ser hospitalizado. Sin embargo, no habían camillas disponibles.
El hospital policial ha colocado dos carpas en los exteriores, donde antes era un estacionamiento, para hacer el triaje diferenciado y las pruebas de hisopado a los efectivos.
Rubí, desesperada, llevó a su novio a una clínica en Independencia. Allí le dijeron que tenía un cuadro severo de neumonía y que lo mejor sería que lo regresaran al hospital. Pasadas las 10 p.m., una ambulancia particular los trajo de vuelta. Meca fue llevado a una sala que días atrás servía como lugar de espera para los visitantes, pero que, ante la emergencia, fue acondicionda para atender a pacientes confirmados o con sospecha de coronavirus. Al agente le inyectaron oxigeno para que pueda respirar.
El 31 de marzo, a las 7:20 a.m., salió el resultado de la prueba: positivo para COVID-19. Seis horas después, falleció a consecuencia de la infección, aunque Rubí dice que esto pasó por falta de atención inmediata. Meca tenía 35 años.
Con esta mascarilla, el suboficial PNP Meca salía a patrullar las calles.
Lo ocurrido con este agente ejemplifica la lucha desigual del personal de salud de este hospital contra la pandemia. A raíz del desorden y la falta de equipos de seguridad, la jornada laboral pone en riesgo sus vidas y de todo aquel que acuda al recinto para atenderse.
“Están cometiendo un asesinato con nosotros”, nos dijo un médico con varios años de servicio en este centro de salud, que accedió a conversar bajo la condición de anonimato. “No tenemos los medios de protección para atender a los policías que vienen graves. Eso es muy frustrante. Queremos atenderlos pero no tenemos cómo hacerlo sin contagiarnos”, añadió.
Un equipo de este Diario recorrió los pasillos y las salas del hospital policial y conversó con sus trabajadores. En ellos se percibe el miedo de contraer el virus debido a la falta de implementos tan elementales como mascarillas y lentes hasta los trajes de bioseguridad para examinar a los infectados.
“Ya se acabó el gel”, “faltan guantes esteriles”, “¿a alguien le sobra un gorro?”, “tenemos un paciente sospechoso pero no sabemos donde ponerlo”... Estas son algunas de las frases que escuchamos dentro.
Uno de los enfermeros mostró que la mascarilla que utilizaban decía en la caja que era para “un solo uso”. Sin embargo, era el quinto día que la estaban utilizando porque no llegaba el recambio.
Las mascarillas que reparten en el hospital son para un solo uso de acuerdo a la caja en la que vienen. Sin embargo, el personal dice que la utiliza por varios dias por falta de recambio. Sobre los lentes, los médicos dicen que son para soldar y no para protegerte del virus.
“Hay tanto desorden en el hospital por la falta de triaje adecuado que los pacientes se están mezclando en la sala de emergencias. Los sospechosos de tener COVID-19 se mezclan con pacientes que van por una diabetes o por una hipertensión”, nos confesó una doctora que prefirió mantener su nombre en reserva.
Un caso que grafica el caos que allí se vive es el de un brigadier PNP de siglas J.L. La noche del 26 de marzo, ingresó a emergencias por una dificultad respiratoria. No dijo que dos días atrás se había hecho la prueba del hisopado. Un médico, que solo estaba protegido con un mandil, guantes y gorro, le realizó las evaluaciones. Al día siguiente,el resultado del examen salió positivo y el personal que lo atendió debió pasar despistaje.
El Comercio también ingresó, tomando todas las precauciones posibles, a la zona de aislamiento donde tienen a los pacientes confirmados de coronavirus. Es decir, el lugar donde falleció Meca. Una sala de siete camillas donde los infectados luchan por sus vidas. De hecho, durante esa visita se constató la defunción de uno de ellos. Durante la elaboración de este reportaje, tres pacientes perdieron la vida por el COVID-19.
Policías haciendo cola afuera de la carpa donde hacen los exámenes de descarte de coronavirus
Este Diario intentó buscar la versión del comando de la Policía Nacional del Perú, responsables de la adminitración del hospital, pero respondieron que el personal estaba concentrado cumpliendo las disposiciones del estado de emergencia.
Ayer, el ministro del Interior, Carlos Morán, informó que veinte policías han sido identificados con coronavirus. “Están en sus casas la mayoría”, dijo a RPP.
El decano del Colegio Médicos del Perú, Miguel Palacios, calificó de “muy fuertes” los testimonios de los doctores del hospital policial, pero reconoció que son declaraciones reales. “¿Qué pasa si un médico se contagia, pasa el tiempo y muere? Entonces sería cumpliendo lo que dicen”, nos dijo.
“La falta de equipos de protección personal es una deuda pendiente del Estado que debe ser asumida con mayor fuerza y vehemencia porque es parte de la atención diaria”, añadió Palacios.
Al cierre de esta edición, una decena de policías hacían fila en el patio de la sala de emergencias del hospital policial. También estaba Rubí. Esperando noticias sobre cómo retirar el cadaver y cuándo entregarán las cenizas de su pareja, el suboficial Meca. La preocupación que ahora tienen es, ¿qué ocurrirá con los familiares que viviían con Meca en su casa de San Martín de Porres? Llamaban insistentemente al 113, esperando que alguien los atendiera.
Texto: Rodrigo Cruz Desarrollo: Armando Scargglioni C.