Luis Murguia Jara
(Lector de El Comercio)
Omar Otiniano Andía
(Lector de El Comercio)
Ángel Malakian
(Lector de El Comercio)
Eduardo Pedreschi
(Lector de El Comercio)
Octaviano Vargas Guzmán
(Lector de El Comercio)
Julio Hoyos
(Lector de El Comercio)
Gonzalo Mujica
(Lector de El Comercio)
Pedro Montero Calderón
(Lector de El Comercio)
Giorgio Brea Villanueva
(Lector de El Comercio)
Carlos Gómez
(Lector de El Comercio)
Nella Marcos
(Lector de El Comercio)
Considero que lo más saludable para el Perú, su democracia y sus maltrechas instituciones es que Pedro Castillo renuncie al cargo de presidente, pues ha demostrado una incapacidad total para ejercer tan importante cargo que hace insostenible su permanencia al frente del gobierno.
Pero ello debería ir de la mano de la renuncia de la primera vicepresidenta Dina Boluarte y del compromiso del Congreso para convocar nuevas elecciones, proceso que debería contar con todas las garantías posibles que aseguren su realización transparente, íntegra, eficiente y confiable bajo la vista aguda de todos los peruanos y de organismos internacionales debidamente acreditados.
Finalmente, y no menos importante, esta debería ser la oportunidad para que los verdaderos líderes que aman el país asuman su rol de manera responsable y que los peruanos tengamos las herramientas de información (por ejemplo, encuestas hasta el último momento) que nos permitan conocer bien a los candidatos, sus propuestas, antecedentes, virtudes y defectos, de modo que podamos hacer una elección inteligente y responsable.
Los adjetivos muy duros que se emiten estos días sobre el presidente Castillo son, sin duda, válidos. La patria está en peligro de un mayor caos y deterioro moral y económico.
Los votantes que eligieron al señor Castillo cometieron un grosero error, pues su nula capacidad y grotesca falta de un mínimo de preparación para gobernar eran evidentes, desde cuando el 12 de abril pasado se hizo conocido.
Ahora bien, resulta concluyente que solo su alejamiento del poder, junto con la vicepresidenta, es la única salida y el mal menor para el Perú. Así haya una presión diaria para que renuncie, esta no se dará. Solo quedan, por tanto, las vías legales que la Constitución prevé. Este proceso el Congreso lo debe iniciar de inmediato, desde este lunes 7. Nada positivo se debe esperar del nuevo Gabinete, solo será peor.
Desgraciadamente los políticos antiguos y los nuevos son iguales. No hay un cambio radical. En estos momentos, la única forma de superar la crisis sería nombrar ministros a personal técnico calificado. Se debería hacer una especie de convocatoria como hacen las empresas privadas que buscan a los mejores profesionales pasando rigurosas pruebas de selección. Eso lo podrían hacer a través del Servir o crear una comisión especial de selección y que todo el proceso sea público para que los entes fiscalizadores puedan revisar los antecedentes y hojas de vida de los candidatos y no estar nombrando personas con antecedentes penales, judiciales o policiales.
El camino para la solución de la crisis política e institucional en todos sus niveles que vive el país pasa por la salida del presidente (renuncia o vacancia) y además de la vicepresidenta y de los congresistas y la convocatoria inmediata a nuevas elecciones.
Estamos en un conflicto porque votamos con el hígado. Lo inmediato es que el profesor Castillo renuncie y se convoquen elecciones. Hagamos campañas de concientización para que no se vuelvan a elegir candidatos manchados por la corrupción.
A todas luces se quiere imponer la idea de que vacar al presidente es lo mejor y solucionará la crisis. Considero que esta acción o pedir la renuncia no debe darse y considero que es la oportunidad de establecer lineamientos y mecanismos apropiados para gobernar y trabajar en pos de procesos de cambio y bienestar dejando fuera de juego a los corruptos de derecha y de izquierda o de donde se quieran ubicar. Pero no crear acciones de desorden y patear el orden jurídico de una nación solo porque sus intereses son otros que los de buscar bienestar social de las mayorías.
Es poco probable que algún profesional decente y que tenga sólidos postulados anticorrupción acepte ser nombrado primer ministro u ocupar algún despacho ministerial vacante. Entre la imposibilidad de formar un Gabinete que ponga primero los intereses del Perú frente al dogma político, la muy probable negación del voto de investidura por parte del Congreso al nuevo Gabinete Ministerial y la confesada incapacidad del presidente Castillo para gobernar el Perú parece ser que las únicas alternativas para salir de esta nueva crisis política serían la renuncia o la vacancia.
Creo que la mejor salida a esta crisis es la renuncia voluntaria del presidente Pedro Castillo. Él se autoproclama representante legítimo de los más vulnerables en nuestro país, no dudo incluso que sus esfuerzos sean la reivindicación de los derechos, pero no es un Gabriel Boric peruano y mucho menos un mesías. La humildad nos hace responsables y él debe demostrar que tiene esas virtudes. Por otro lado, debo decir que todos los peruanos debemos hacernos una autocrítica. Creo que si hemos llegado hasta aquí, con estos graves problemas que debilitan la democracia y el Estado de derecho, es porque se ha ignorado a nuestra propia gente, con una educación y sistemas sanitarios de los más precarios de América. Yo no quiero ni debo perder la esperanza de que nosotros los peruanos, sin importar nuestras ridículas diferencias, logremos superar esta crisis.
El final inevitable es la conclusión anticipada del mandato de Pedro Castillo. Lo deseable es que sea de la forma menos traumática posible. Las entidades que conforman el Consejo de Estado deberían sumar fuerzas y emplazar colectivamente al presidente a presentar elecciones anticipadas. La iniciativa debe provenir del Poder Ejecutivo para remarcar que la salida es coordinada y fruto de un acuerdo. Mientras tanto, las fuerzas políticas deberían promover un Gabinete de transición que se aboque a tareas específicas: el avance de la vacunación y control de la pandemia, el retorno seguro a clases presenciales, la garantía de la neutralidad del gobierno en las futuras elecciones, etc.
Al presidente Castillo no le queda otra opción que renunciar. Si él medita, se daría cuenta de que ese acto evitaría el desmoronamiento de la institucionalidad del Perú y un posible enfrentamiento entre peruanos.
Pero el problema también está en las dos corrientes: una izquierda cegada y fanática que se subió al carro de Castillo con lo de “el gobierno para el pueblo” y nunca cuestionó los gabinetes que hemos tenido. Y una derecha que empezó mal como oposición al deslegitimar las elecciones y hasta ahora no ha podido canalizar el evidente desagrado de la población y hacer efectiva la vacancia a este gobierno que está muy debilitado.
A los peruanos, como sociedad, nos cuesta mucho vivir en democracia. Quizás esta sea la oportunidad de empezar unos nuevos cinco años con un gobierno que sea muy distinto a los mismos de siempre.
Considero que para superar la crisis es preciso que se unan todas las fuerzas políticas. Se necesitan nuevos líderes, rostros frescos, que provengan de canteras que se hayan mantenido con el tiempo. La señora Fujimori ya no debería estar en la escena política. En segundo lugar, pienso que se deben convocar a nuevas elecciones, es la única forma de pasar la página amarga de la mediocridad e improvisación del gobierno de Pedro Castillo. Nuestro país merece una agenda en común.