Salud Mental:

los valores que ayudan a las mujeres a seguir adelante

continuar deslizando

Textos: Laura Espinoza, Milenka Duarte y Samanta Alva

Realización: Nuevas Narrativas EC

Maternar, liderar, combatir el abuso y habitar su piel con comodidad son algunas de las exigencias que las mujeres enfrentan al mismo tiempo. 18 mujeres nos cuentan cómo esto impacta en su salud mental y sus herramientas para alcanzar una mayor estabilidad.

Cuando entré en este proceso del cáncer, aprendí que esta enfermedad es un duelo, porque está muriendo una parte de mí, en este caso mis senos. Por esta razón, tuve que pasar por el proceso de una pérdida, pero ello me ha permitido ser una persona más resiliente, ya que por más que soy una mujer en una posición privilegiada, esto no significa que la vida no haya sido particularmente difícil para mí.

A los siete años me dio polio, pero tuve la suerte de estudiar en el colegio La Alegría en el Señor, para personas con discapacidad. Ahí aprendí que si te caes, tienes que levantarte. Creo que muchas barreras nos las ponemos nosotros mismos porque tenemos miedos e inseguridades, pero uno tiene que ser valiente y asumir los retos que nos pone la vida.

Hay un gran prejuicio sobre atender tu salud mental. Si tienes un buen puesto en una empresa y comentas que asistes al psiquiatra, cambia la forma en que te ven tus superiores y subordinados. Sin embargo, una puede llevar tratamiento para la depresión y continuar su vida con normalidad. Por eso comparto mi historia, para que sepan que es posible salir de la depresión.

Cuando comencé mi transición me di cuenta que mis ideas y acciones ya no eran tan importantes, sino que había una demanda muy fuerte sobre ser bella y físicamente aceptable para la sociedad. Y no solo es una demanda, sino que hay críticas y ensañamiento para validar nuestros cuerpos. Es difícil no leerlos, pero prefiero evitar esos comentarios y mensajes para estar bien y sanar emocionalmente.

Comenzar en el fútbol fue difícil porque estaba sola. Siempre aparecían apodos como “machona” o “marimacha”, que no me afectaban, pero me hacían dudar sobre si seguir en el fútbol. Ahora que crecí, me da risa e incluso bromeo con mis compañeras de Alianza porque la gente se dio cuenta que el fútbol femenino existe. Nuestra idea es que esto mejore para las siguientes generaciones. Hay que cambiar la mentalidad y las mujeres ya lo han logrado.

Los padres de niñas con necesidades especiales son los primeros en deprimirse. Piensan que sus hijas tienen algo raro o nunca serán profesionales, cuando no es así. Muchas veces a las niñas, por tener una discapacidad, no se les da la oportunidad de realizar tareas básicas de la vida e integrarse a la familia y la sociedad. Hay que darles las herramientas necesarias. Ellas van a poder, pero hay que evitar marginarlas o limitarlas.

Con la llegada de los haters y la cultura de la cancelación, he tenido que enfrentarme a constantes críticas, que me han generado una serie de inseguridades; sin embargo, a través de los años me he hecho más fuerte y he comprendido que es normal no sentirse bien todo el tiempo y que a veces es necesario dedicar un tiempo para mí y a lo que me hace verdaderamente feliz.

Los temas más tratados con mujeres son la depresión y ansiedad, pero suele estar presente el elemento de la violencia de género. Seguimos luchando contra la cultura machista, y aunque haya mujeres trabajadoras y exitosas, aún hay sumisión, porque existe el tabú sobre hablar de las emociones. Se asume que las mujeres exageran y hacen drama, lo cual las invalida. Tenemos que hablar, las mujeres ya no podemos quedarnos calladas.

Si bien ahora hay más oportunidades, sigue siendo difícil ser una mujer negra en el mundo. Mi carrera fue la que me salvó la vida, porque cuando entré al arte tuve que aceptarme, amarme y conectar conmigo. Ahora puedo ver mi dolor de otra manera y hablarlo desde la calma, pero es importante que no callemos y llamemos al racismo por su nombre.

Cuando empezó mi formación, me di cuenta de que las bases teóricas de la psicología son androcéntricas, los hombres me interrumpían para hablar, explicando temas que yo manejaba, pero que por ser mujer “no sabía”. Debemos reconocer que somos víctimas de violencia, porque si no lo identificamos, se normaliza. Todo eso impactó directamente en las exigencias que tengo conmigo misma. Me levanté yendo a terapia y siendo activista, que es un espacio en el que te liberas y sanas.

Ahora las mamás estamos mucho más empoderadas, pero lamentablemente la sociedad sigue poniendo un peso muy fuerte sobre nosotras. Te dicen cómo tienes que criar, alimentar y corregir. Por eso, a veces una se siente 'mala madre', cuando en realidad se está sacando la mugre por sus hijos. Aprendí a hacer un autoexamen de mis emociones y siempre recuerdo que yo decido cómo críar. Sí, soy feliz, no importa lo que digan los demás.

A lo largo de mi vida, he atravesado por etapas en las que me subo a la balanza y noto que estoy muy delgada, y al ser una persona que le cuesta subir de peso y que tiende a deprimirse, me pongo muy sensible ante los comentarios que cuestionan mi apariencia. Sin embargo, estoy trabajando en mi salud mental para ser una persona más tolerante conmigo misma y enfocarme en mi propio bienestar.

Mi reto más interesante ha sido asumir la gerencia en un momento donde había un cambio generacional y tuve que enfrentame a un equipo que estaba acostumbrado a la preponderancia masculina. Por ello, volverme jefa, ser mujer y hacer que ellos crean en mí fue complicado, pero no imposible. La fe, la resiliencia y el coaching son las herramientas que me han ayudado para lograrlo.

En redes muestro mi vida, mi transición y mi identidad, pero siempre me encuentro con la transfobia. Mi voz es lo más comentado, la gente busca invalidar mi género totalmente, pero quiero deconstruir el estereotipo de que voz gruesa no es igual a “masculino”. Afortunadamente, llevar una terapia psicológica me ha ayudado a obtener herramientas para estar segura de mí misma y saber, finalmente, que quiero pasar por un proceso hormonal.

A veces, las personas me recriminan por cantar en quechua y fusionar la música andina con otros géneros, lo que me produce en ocasiones una falta de autoconfianza, pero siento que el arte y mi necesidad de generar un cambio social para sensibilizar a los jóvenes sobre la importancia de fomentar el orgullo de nuestra cultura, me fortalece y me impulsa a seguir trabajando, a pesar de los constantes desafíos.

Cuando me mandaban a cubrir eventos periodísticos no se basaban en mi talento, capacidad o preparación, sino que me consideran guapa. Creo que las mujeres nos hemos criado con la idea de que la otra puede ser tu rival, porque va al mismo puesto que tú, pero la realidad no es así. He tenido la fortuna de que mi vida profesional haya estado rodeada de mujeres en puestos de poder en el periodismo.

Durante la pandemia hice videos en vivo en mi Facebook y en una ocasión un hombre me envió una foto de sus genitales, lo cual me hizo sentir muy incómoda, pero lo ignoré. Muchas veces los seguidores pueden enviar mensajes inapropiados o críticas hacia ti y tu contenido, pero conversando y teniendo una buena comunicación he podido sobrellevarlo.