Ingresa al WhatsApp de los colectiveros de Lima
El Comercio se infiltró en los tres principales chats de choferes informales de Lima para conocer su estrategia de evadir operativos y sus escasos protocolos de higiene. Escoja usted mismo su ruta del contagio:
Historia de una infiltración
La primera notificación llega a las 11:35. Es un video grabado por el chofer de una miniván en movimiento en la avenida Javier Prado: “Operativo en San Isidro. Si los ven métanles bomba”. A las 11:40 el celular suena de nuevo. Es el mensaje de un conductor con las direcciones de 24 prostíbulos clandestinos que operan en plena pandemia. “Para los lechuceros nocturnos”, dice. Minutos después, un audio: uno de los miembros de chat admite que tiene familiares con síntomas del Covid-19, pero que no puede hacerse la prueba rápida que el gobierno ofrece a transportistas porque trabajaba sin autorización.
A las 13:00 llega otra notificación. Un sujeto envía una relación exacta de operativos de la policía y la Autoridad del Transporte Urbano (ATU) que se realizan ese día para que todos eviten esas zonas: “Los atunes están en Canadá y Circunvalación, los pollos en Matellini y Puente Nuevo. Los cabezones en Caquetá, San Miguel y los terribles están en Salaverry con 28 de julio”.
En el chat de los colectiveros informales, los ‘pollos’ son los fiscalizadores municipales de chaleco amarillo. Los ‘tomates’ son los de la ATU, vestidos de rojo (también son los ‘atunes’ por las siglas). Los ‘cabezones’ son los policías de tránsito por los grandes cascos que utilizan. Los ‘terribles’ son los inspectores de la Sutrán, que desde el año pasado han comenzado a retirar placas a los informales.
A las 13:06 un tipo pregunta en qué parte puede aprobar la inspección técnica vehicular “con ayuda”, es decir, sin que el auto sea evaluado a cambio de una coima. Las respuestas le llueven. “Yo paso en Farenet del Callao. Le doy sus 20 lucas y le digo que si hay algún problemita me ayude y paso de largo”, dice uno. “Si no, Jicamarca, hermano, pasas al toque”, responde otro. Los consejos para sacarle la vuelta a la ley se multiplican: exámenes médicos ‘express’ para sacar brevete, impugnación de papeletas, pintado de placas. Solo unas horas en el WhatsApp bastan para darse cuenta que las mafias del transporte y el tránsito regresaron a la vieja normalidad.
El celular vibra de nuevo. Un sujeto les aconseja a todos los miembros del chat darle plata a un ‘tombo’ en San Juan de Miraflores para evitar que sean detenidos al circular sin la mica protectora que exige el gobierno a quienes transportan pasajeros.
A las 14:30 un conductor comparte el contacto de WhatsApp de un “inspector cuida-grupo”, un supuesto fiscalizador que le ‘sopla’ a los integrantes del chat la nueva estrategia municipal contra el transporte informal: drones que graban placas de rodaje a los colectivos. Ese mismo día, un chofer le toma un video a un dron volando en pleno jirón Lampa. “Eviten la zona”, dice. Entonces Lampa se despeja de colectiveros.
—La red por dentro—
La mañana del 12 de junio del 2020, un informante de El Comercio entregó un link de acceso a un equipo de periodistas para ingresar a uno de los principales chats de WhatsApp del gremio de colectiveros informales de Lima. Desde el momento de acceder, comenzó a llegar una avalancha de información con estrategias para evadir operativos, obtener licencias de conducir sin dar examen, aprobar revisiones técnicas y operar sin cumplir los protocolos de higiene, incluso, con ayuda de supuestos inspectores municipales de transporte.
Días después, gracias a enlaces compartidos en el mismo grupo de WhatsApp, este Diario obtuvo acceso a dos nuevos chats que comparten constantemente el detalle de los operativos de transporte en Lima Sur y Lima Norte. Mientras se recibían más de tres mil mensajes al día en los tres grupos, paralelamente El Comercio comenzó a recrear los chats en este especial multimedia interactivo publicado hoy.
En una entrevista realizada en privado, nuestro informante dice que no lo hizo para perjudicar a sus compañeros. Lo hizo, según él, para demostrar que el taxi colectivo es una respuesta al caos del transporte público que nadie soluciona. “Hay un sector de colectiveros que quiere trabajar bien, que quiere mantener a sus familias cumpliendo la ley y cumpliendo las normas. Pero hay otro sector que a esas leyes se las pasa por encima y no les importa nada, ¿no es cierto? Bueno, cuando nadie mueve un dedo por el transporte público formal terminas dándole carta libre a todos al mismo tiempo”, dijo.
Lo que dice este chofer no coincide con lo que indica la presidenta de la Autoridad del Transporte Urbano, María Jara Risco. “Hay un componente cultural que hemos sido siempre proclives a consentir y a pasar por alto. Quiero recordar lo que ocurrió en noviembre: dos paros violentos. No estamos necesariamente hablando de gente correcta, decente. Sabemos que hay muchos intereses detrás de ellos. Ahora, de lo que se trata, es de cambiar el sistema de transporte y estamos en ese camino. Formalizar no significa bajar la valla. Por ejemplo, esas personas que con su carro quieren hacer una ruta, se busca que puedan hacerlo con pagos en planilla, en una empresa de transporte. No es gente necesariamente pobre, pero actualmente quieren postergar el esfuerzo por avanzar y por formalizar. La formalización y el chatarreo de unidades antiguas no es un proceso sencillo”, dice Jara Risco.
Luego de un mes y medio dentro de tres chats de colectiveros, la campaña periodística #NoTePases de El Comercio recogió conversaciones de más de 1.600 choferes, además de 78 reportes diarios con los lugares exactos de los operativos cada 24 horas, testimonios de choferes con requisitorias policiales y los números de teléfono de cuatro estudios de abogados dedicados exclusivamente a impugnar papeletas a los malos choferes para congelar la sanción y seguir operando libremente.
