El comercio

Retrovisor: historia de una foto

Ni YouTube puede con esa eternidad: dentro del Archivo Histórico de El Comercio está contada la historia del Perú desde que este diario apareció, el 4 de mayo de 1839. Capítulo a capítulo, allí descansa. En nuestra nueva página Retrovisor, podrás encontrar la historia detrás de las fotos más reveladoras que conservamos.

Archivo de El Comercio

Gloria al Perú en las alturas Lima, 9 de agosto de 1969

Por: Miguel Villegas

Para ser equilibrista uno debe pesar 40 kilos, tener los pies seguros como arneses y pagar un buen seguro. También sentir el espíritu de un astronauta: hay en el espacio cientos de misterios por descubrir.

El 9 de agosto de 1969, Lima conoció al señor Félix Ramírez, un hombre que caminó las primeras cuadras de la avenida Arequipa para ser imán de la curiosidad de vecinos y fotografía de portada. Un poco por su chaleco satinado, su pelo con gomina y sus pantalones de bailarina -en una época en que los hombres usaban traje, pañuelo y corbata hasta para ir al estadio-; y sobre todo por lo enigmático de su visita: el colombiano Félix Ramírez era el trapecista del circo Green y la noticia era que esa mañana iba a regalarle al Perú su acto más célebre: caminar sobre un cable colocado a 20 metros de altura entre el colegio Raimondi y el edificio de canal 5. La mítica Esquina de la Televisión. El joven colombiano tenía 22 años y su acto valeroso -también calificado de locura- tuvo el ingrediente más elevado de todas las artes: lo hizo gratis, por puro espíritu deportivo.

El Comercio escribió en la crónica del día siguiente: "A las 4:00 p.m el alambrista colombiano subía al techo del colegio Raimondi donde estaba colocado el cable de acero trenzado. En tierra cinco bomberos de la “Salvadora Lima” y ocho obreros de canal 5 sostenían una pequeña red como medida de prevención".

Se escuchó el silencio, durante esos diez minutos en que duraron las pruebas circenses de Félix Ramírez. 35 metros en diez minutos a 20 metros del piso. Abajo, cientos de peatones rezaban, suspiraban, se persignaban. El colombiano Ramírez no pudo continuar con el segundo acto pues, como esa interminable lista de actividades que en el Perú se hacen a medias, el cable no fue tensado lo suficiente. Una monocicleta se quedó esperándolo, para la próxima.

Decir que amaba el Funambulismo, es decir, el arte de caminar a lo largo de un delgado alambre, habría sido poco. Lo justo sería escribir, 52 años después, que los hombres que arriesgan la vida por su trabajo son únicos.