Cambiar el mundo, por supuesto. Siempre fui consciente de la necesidad de cuidar el planeta y luchar para que todas las personas tengan las mismas oportunidades en condiciones más justas.

Con aprender artes marciales, enfrentar a los malos y ser la heroína de mi propia historia.

Soñaba con ser jefa de mi compañía o alcaldesa de mi ciudad o hasta presidenta de mi nación.

Esperaba crecer y convertirme en actriz, pero siempre ayudando a quienes más lo necesiten.

Aunque era muy traviesa, quería ser científica.

Los fines de semana son para engreírme. Ponerme bonita y cuidarme tienen un espacio importante en mi agenda.

Mis fines de semana los dedico a entrenar. No puedo bajar la guardia. La disciplina es importante para mí.

Juntarme con mis amigas e ir a divertirnos a cualquier lugar de la ciudad. Mientras más libre sea el plan y más desenfrenada su ejecución, mejor.

Un plan tranquilo en casa estará bien. Debo reponer fuerzas para continuar trabajando y liderando mis proyectos.

Son los días que le dedico a hacer voluntariados. Nada mejor que ayudar a otras personas.

Sería perfecto para abrir mi propia ONG.

En fortalecer mi empresa y mi comunidad.

En poner una academia de defensa personal y enseñar a otras mujeres a defenderse.

En estudiar, por supuesto. Y en engreírme.

Tal vez done un poco de dinero a la ciencia, pero por fin viviría la vida de mis sueños.

Star Wars.

Clueless (Ni idea)

Erin Brokovich

Matrix

Mulán

Me tranquilizo, acudo al consejo de mi entorno cercano y asumo la responsabilidad que tengo en frente.

Pongo en práctica los consejos de mi maestro de artes marciales.

Convoco a mis amigas para hacer algo explosivo.

Aunque me pueda agobiar, es cuando más necesito esforzarme y dar todo de mí.

Me doy un momento para meditar o aprovecho para darme un gusto (comer algo rico, hablar por teléfono, etc.) mientras pienso en cómo solucionar el problema.

“Matilda”, de Roald Dahl. Matilda Wormwood es una niña sumamente brillante, noble y solitaria, que además tiene un superpoder: la telekinesis. Se siente mejor en la escuela, con sus amigos y su maestra, que en casa de sus padres.

“Perdida”, de Gillian Flyn. La obra narra la desaparición de Amy, esposa de Nick Dunne, y cómo las sospechas de que se haya cometido un crimen recaen sobre él.

“Yo soy Malala”, de Malala Yousafzai. La autobiografía de la niña que, con solo 15 años, luchó por su derecho a ser educada mientras los talibanes tomaban la localidad en la que ella vivía, en Pakistán.

“Emma”, de Jane Austen. Emma, una joven hermosa, inteligente y de buena posición económica genera una serie de malentendidos a su alrededor al tratar de emparejar a sus amigos.

“Criadas y señoras”, de Kathryn Stockett. La historia cuenta cómo las amas de casa blancas trataban a las criadas afroamericanas en el Misisipi de los 60. Con la ayuda de una periodista blanca, la comunidad de criadas encuentra la manera de denunciar los malos tratos.

En todas las personas que conforman la gran familia de la humanidad.

En la sangre de mi sangre.

Mi comunidad.

Mis padres y mis mascotas.

Mis amigas, sobre todo.

Saco mi sable Hatori Hanzo y actúo según amerite el momento.

No es necesario que me obliguen a asumir las riendas del asunto. Tomo la inciativa siempre.

Incendio lo que haya que incendiar.

Siempre estoy lista para actuar en medio de una emergencia. Solo tengo que ser yo misma.

Me alisto para la ocasión y empiezo a estudiar el asunto. Trazaré un plan.