El comercio

Recolectores de cuerpos

La historia de los que recogen cuerpos de fallecidos por COVID-19 en Lima y Callao. Un equipo de El Comercio los acompañó en una jornada de trabajo.

Son las 7 p.m. y Guillermo, Andrés y José Luis saben que toca subirse de nuevo al camión frigorífico para comenzar una nueva jornada laboral que durará, si tienen suerte, hasta las primeras horas de la mañana. Es un trabajo que consiguieron por la necesidad de tener uno en esta crisis pero también es la razón de su principal temor cuando regresan a casa con sus familias, a pesar de las precauciones que toman para no contagiarse. Ellos recogen los cuerpos de los que fallecen de COVID-19 o causa sospechosa en los distritos de Lima y Callao, y luego los llevan a los crematorios para que sean incinerados.

Antes de ponerse en marcha, los tres se juntan y repiten una frase a manera de mantra desde que realizan este trabajo, es decir, hace menos de un mes: “En el nombre de Dios que todo salga bien”. Los tres tienen en común que son migrantes venezolanos. Solo José Luis, el que conduce el camión, es el que tiene experiencia previa en tratar con cadáveres. En Venezuela trabajaba como técnico forense. Pero es aquí donde ha visto la mayor cantidad de muertos. La primera dirección de recojo es enviada por Whatsapp por el personal administrativo de Piedrangel, la empresa donde trabajan.

Piedrangel es el crematorio que más cadáveres ha atendido en el país desde que se declaró el estado de emergencia el pasado 15 de marzo. Al 31 de mayo, han cremado 4.656 cuerpos en virtud de un contrato que tienen con el Ministerio de Salud y Essalud. Esto implica recoger los cadáveres en los lugares donde les indiquen, que pueden ser hospitales, casas o en la vía pública. Antes de la pandemia, esta empresa no contaba con ningún equipo de recojo de cuerpos. Empezaron con dos y ahora tienen ocho: cada uno con tres integrantes. El 85% son venezolanos. La edad promedio es 27 años.

Recoger los cuerpos implica tomar medidas de seguridad extremas. El trabajo no se realiza sin un equipo de bioseguridad completo y con una desinfección luego de colocar el cadáver dentro del vehículo. La noche del 23 de mayo, por ejemplo, tuvieron que recoger un fallecido dentro de una cochera en el Cercado de Lima. Lo único que sabían de él era que se llamaba Neptalí. Era un taxista que una semana atrás empezó a sentir síntomas de coronavirus. Al no tener un domicilio fijo, dormía en su auto. Ese 23 de mayo, el guardián del local llamó a la policía porque el cuerpo de Neptalí estaba inmóvil. Esa noche, llegaron los recolectores de Piedrangel.

Los recolectores salen a trabajar sin saber donde será la ubicación del siguiente “servicio”, como le llaman. Durante tres días, este Diario los acompañó en sus recojos en casas en los distritos de San Martín de Porres, Independencia y el Cercado de Lima. Fueron los de Piedrangel, de hecho, quienes recogieron el primer fallecido de COVID-19 en un domicilio en el país. Sucedió el pasado 20 de marzo en Miraflores.

Henry Gonzales es el gerente de Piedrangel. Él nos cuenta que ante el incremento de fallecidos (en los últimos tres días han hecho casi 400 recojos), la próxima semana sumarán cuatro equipos más para recoger cadáveres. Este crematorio cuenta con siete hornos en el cementerio de la Policía Nacional del Perú (PNP) en Chorrillos que le permite cremar un promedio de 110 cuerpos al día. Antes del coronavirus, sus hornos incineraban de 10 a 12 cuerpos diarios.

Sin embargo, resulta insuficiente ante el incremento de fallecidos. Gonzales dice que a veces tiene que pedir al Minsa y Essalud que ya no les manden más órdenes de recojo porque su capacidad operativa está al límite. Él dice que esto se podría solucionar si es que logra habilitar siete hornos adicionales en un terreno que tiene en Surco, del fondo de sepelio de la Fuerza Aérea. Sin embargo, esta institución aún no ha dado el visto bueno. Por ahora, este local es utilizado en la construcción de sarcófagos.

El trabajo termina cuando se le entrega a los familiares las urnas con las cenizas de sus parientes. De acuerdo a los empleados de este crematorio, esta es la parte más emotiva. La mayoría de los deudos vieron a su familiar por última vez entrando a un hospital y días después recibieron sus cenizas. Al comienzo, los familiares debían ir a las oficinas de Piedrangel para recibir la urna, pero ante el avance de la pandemia, la entrega ahora se hace a domicilio. Aunque aún hay quienes prefieren ir a recoger las cenizas para tener, lo más pronto, los restos de su familiar.

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ver Texto: Rodrigo Cruz Fotos: Renzo Salazar Desarrollo: Armando Scargglioni C.