El comercio

Retrovisor: historia de una foto

Ni YouTube puede con esa eternidad: dentro del Archivo Histórico de El Comercio está contada la historia del Perú desde que este diario apareció, el 4 de mayo de 1839. Capítulo a capítulo, allí descansa. En nuestra nueva página Retrovisor, podrás encontrar la historia detrás de las fotos más reveladoras que conservamos.

Archivo de El Comercio

En los brazos del Embajador Cusco, 1995

Por: Miguel Villegas

Impresionaba como un Rolls Royce: brillante las 24 horas del día, elegante bajo la lluvia que cae en la sierra o en los pasillos de piso lustrado de la ONU. Su nombre, Javier Pérez de Cuéllar, aparecía en los cables noticiosos de todo el mundo y en la actualización de la enciclopedia Escuela Nueva o Bruño. No era para menos. El político, abogado y diplomático peruano era el Secretario General de las Naciones Unidas, algo así como un pacificador para todas las banderas, todos los conflictos, cualquier malhaya guerra, y en el tiempo que ejerció el cargo entre el 1 de enero de 1982 y el 31 de diciembre de 1991, su nombre y sus maneras transmitían la paz que no sobraba. Ni en el Perú -que en esos nueve años se desangró contra el terrorismo-, y menos en el mundo -digamos, el cielo de Malvinas o las nubes que oscurecen terreno iraquí-. Allí, su presencia se esperaba con tanta ilusión como si el que llegara de un largo viaje fuera un papá.

Decíamos que era elegante: Javier Felipe Ricardo Pérez de Cuéllar de la Guerra sabía que en la política nacional se discutía a los gritos, como de zoológico, y aceptó participar de las elecciones presidenciales de 1995 con el partido que fundó, llamado con no poca esperanza Unión por el Perú. En aquella campaña, donde se enfrentó a Alberto Fujimori, El Comercio lo acompaño por todo el país, y fue testigo de un caballero de otros tiempos, un diplomático que conciliaba, y que ni siquiera se inmutó con la sospecha confirmada dos años después: el SIN lo espiaba. Pérez de Cuéllar siguió. Dio un mitín multitudinario en Cusco y mientras hacía proselitismo por la ciudad, un niño se le acercó y logró arrancarle lo que fotógrafos de todas partes del planeta perseguían: una sonrisa.

La foto es bella por eso y por el garbo de sus protagonistas: Pérez de Cuéllar en impecable terno y el pequeño cusqueño con su maravilloso poncho de alpaca del Perú.

Hoy se cumple un año de su partida. La nostalgia -y la realidad- nos obligan a pensar en los políticos que nos gobiernan. Y sobre todo, en los tantos que nos perdimos.