El comercio

Retrovisor: historia de una foto

Ni YouTube puede con esa eternidad: dentro del Archivo Histórico de El Comercio está contada la historia del Perú desde que este diario apareció, el 4 de mayo de 1839. Capítulo a capítulo, allí descansa. En nuestra nueva página Retrovisor, podrás encontrar la historia detrás de las fotos más reveladoras que conservamos.

Archivo de El Comercio

Lo que Basadre nos dice, 41 años despuésLima, 2 de junio de 1980

Por: Miguel Villegas

Puestos uno sobre el otro, los libros que escribió Jorge Basadre componen una escalera imaginaria desde donde mirarnos y entender lo que no entendemos del Perú. Solo que muy pocos lo leen.

Jorge Basadre Grohmann nació en Tacna un febrero como este, en 1903, y murió el 29 de junio de 1980, a la edad de 77 años. Quizá por haber nacido allí, en la Ciudad Heroica, se sintió siempre un peruano en aprendizaje, en proyecto. “Tacna es un pueblo al que le ha costado ser peruano”, decía, con nostalgia, en la última entrevista que le dio a El Comercio en 1980, acaso como una definición frente al espejo. Esa conciencia, su educación peruano-alemana y su ingreso a Letras en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, apenas a los 16, cimentó las columnas sobre las que se hizo el mayor historiador de la República. Su obra La Historia de la República del Perú ((la última de 2005, actualizada por El Comercio) es considerada la obra más relevante de la historiografía peruana del siglo XX. Y tiene el secreto de la eterna juventud.

Allí coincide uno, en cada página de los 17 tomos finales, que el Perú es una gran posibilidad.

Todo lo que le ocurre a las grandes naciones está vinculado con su pasado. Su historia. En la foto de esta página, uno de esos caros lujos del Archivo Histórico El Comercio, Jorge Basadre explica con el justo adjetivo cada concepto detrás del Perú que ese 1980 estaba aún lejos del Bicentenario, que todavía tenía tiempo para aprender.

Definía a los fariseos de ayer y de hoy con el justo título de “ídolos de barro miserable o de un engaño monstruoso”. Y a los jóvenes, sus némesis, como “grupos exponentes que nos devuelven la fe en la factibilidad de nuestra gente”. Miraba a las universidades, donde se educan los poderes, pero sobre todo al colegio, donde se conocen por primera vez, y pedía que “al auditorio escolar debe llevársele en la lectura, de lo comprensible al ‘oído’ hacia lo recóndito y sugerente, de la emoción con ‘porqué’ periférico, hacia aquella otra diluida, interna, que deja suspendidas del cerebro apasionantes interrogaciones”. Quería que pensemos y que luego hablemos del Perú.

Escribió decenas, cientos de colaboraciones en Variedades, El Mercurio Peruano, la revista Historia, pero sobre todo en El Comercio, donde publicó ensayos, comentarios, reseñas, notas. Y donde escribió la idea, la única idea sobre este país que todavía mantiene tibia la esperanza: “El Perú, con todos sus males y sus amenazas coincidentes ha sobrevivido como si su mensaje aún estuviera por decir”.

La barca de un náufrago frente a la tormenta. Lo único que lo envalentona es su esperanza.