El comercio

Retrovisor: historia de una foto

Ni YouTube puede con esa eternidad: dentro del Archivo Histórico de El Comercio está contada la historia del Perú desde que este diario apareció, el 4 de mayo de 1839. Capítulo a capítulo, allí descansa. En nuestra nueva página Retrovisor, podrás encontrar la historia detrás de las fotos más reveladoras que conservamos.

Archivo de El Comercio

Rescate del escaparate Lima, febrero de 1986

Por: Nora Sugobono

Cuenta el mito griego que un rey de nombre Pigmalión, obsesionado con encontrar a la mujer perfecta –deseo que nunca pudo ver satisfecho en el mundo carnal– terminó perdidamente enamorado de una estatua que él mismo esculpió. Compadecida ante las súplicas del monarca, la diosa Afrodita le concedió la fortuna de dotar a aquella obra con el don de la vida. Atrás quedaría el frío mármol de sus labios, manos, y otras zonas habitualmente cálidas en el cuerpo femenino. Había nacido Galatea.

Existen miles de representaciones de esta leyenda en la cultura popular. En todas sus variables (una idealización que ha resultado especialmente perjudicial para las mujeres) y a lo largo de todas las épocas. La agitada, pero sin duda entretenida década del ochenta no podía ser la excepción: una película de nombre Maniquí (1987) repitó el mismo arquetipo, esta vez en la figura de la extraordinaria Kim Cattrall. Poco antes de que dicha cinta llegase a la pantalla grande, sin embargo, era otro el maniquí que se volvía protagonista de una peculiar historia.

En febrero del 86 un incendio suscitado en una concurrida galería del Jirón de la Unión arrasó con decenas de establecimientos. Era el mes del amor en el segundo año del gobierno de Alan García: la calle estaba candente. Desestimando las advertencias de los bomberos, un comerciante tentó a la suerte para rescatar de los escombros varios de los modelos afectados. “Me los llevo para instalarlos en un negocio alejado del centro de Lima”, dijo entonces. A algunos les faltaba una pieza (brazo, torso, cabeza) y otros estaban totalmente carbonizados; pero no ella. Imperturbable, nuestra maniquí mira hacia arriba. Podrá no ser de carne y hueso, y podrá no ser perfecta. Lo importante, al fin y al cabo, es que es una mujer completa.